Categoría: slash
Género: humor
Rating: MA
Advertencias: twc, trío, drogas, voyerismo
Resumen: Cuando los Kaulitz han decidido que quieren algo, entonces harán de todo para lograr conseguirlo.
Sobretodo si se trata de Georg.
Notas: En lo profundo de mi ser, sé que hay algo turbio entre estos tres.
Capítulos: I, II, III
Gracias a Nessy por el banner. |
—Es la única
forma en la que podremos concretar el plan, Tom.
Bill lo había
decidido casi por sí mismo y se lo dijo a Tom un día por la mañana cuando ni
siquiera se habían levantado de la cama. Para poder lograr su objetivo, había
que dejar inconsciente a Georg en un grado en el que no fuera capaz de recordar
absolutamente nada después, porque no debía enterarse.
Tom sabía que
estaba mal… pero también sabía que había estado mal desde el principio y que su
hermano tenía la razón.
Tom y Bill eran
la clase de hermanos que lo compartían todo, les gustaba estar enterados de
absolutamente todo lo que acontecía en la vida de su hermano. Por eso, cuando
Bill decidió que quería llegar al siguiente paso con Georg, que la gran parte
que quería era tener sexo con Georg, Tom estaba enterado de ello antes de que
siquiera fuera verbalizado. Le bastó mirarlo a los ojos después de haberse
desecho de aquella groupie en el hotel.
Para un Kaulitz
es fácil manipular a los demás. Lo es porque tienen encantos a los que las
demás personas comunes no se pueden resistir.
Mucha gente,
después de haber sucumbido a ellos se pregunta cómo demonios es que sucedió,
ninguno de ellos consigue una respuesta porque no la hay, simplemente caes y
eso es todo. Gustav no había caído ante encantos, sino amenazas; por eso no
dijo nada cuando de alguna forma Tom consiguió que alguien llevara para él un
pack de cervezas, dos botellas de tequila y una caja con pastillas para dormir.
Tampoco pudo decir nada frente a la persuasiva idea de Bill de que David les
dejara hacer una reunión nocturna en la habitación de Gustav (porque la de
Georg tenía un agujero, desde luego).
Gustav no se lo
explicaba, David no lo sospechaba y Georg no se enteraba, porque era así como
los Kaulitz lo habían planeado.
La noche llegó y
Georg fue arrastrado entre charlas efusivas hasta la habitación del rubio.
No fue difícil
para Tom mezclar las pastillas con la bebida; cerveza tras cerveza y un par de
copas de tequila seco, el castaño no era consciente siquiera de sí mismo
después de una hora dentro de aquella habitación. Bill le miró satisfecho.
Recargado contra una de las patas de la cama, una sonrisa perdida y absurda en
el rostro, Georg siquiera tenía intenciones de moverse.
Gustav fue
expulsado de la habitación sin mediar palabra y con poca delicadeza; Schäfer
estaba petrificado, no quería dejar a su amigo ahí, en el campo de batalla y
completamente fuera de sí a causa de las drogas, pero una mirada del menor fue
suficiente para hacer entender a Gustav que no había forma de impedir lo
inevitable, habían estado planeado aquello por demasiado tiempo como para que
él pudiera detenerlo.
Recostado sobre
el suelo, con los brazos extendidos sobre la alfombra y las piernas separadas
una de la otra, el cabello regado y los ojos fijos al techo; Bill fue el
primero en acercarse, arrodillándose a su lado y sonriendo victorioso antes de
pegar sus labios en un movimiento lento. De pie, Tom le miró un segundo antes
de inclinarse, situándose entre las piernas de Georg; el ruido que hizo el
desabrochar el botón del pantalón fue la última alarma en la mente de Bill.
Estaban listos para hacer cualquier cosa.
Tom metió la mano
dentro del pantalón y palpó con cuidado, despacio, explorando y gimiendo bajo
al sentir el calor concentrado ahí que se escapaba rápido por el cierre abierto
aunque no desaparecía; subió un poco la playera, acariciando por debajo del
ombligo cuando Bill le cogió por la muñeca.
—¿Dónde prefieres
estar?
—¿Qué?
—Bueno, sabes, no
creo que debiéramos dejar a Georg abajo porque…
—Se dará cuenta
cuando despierte… No, no, creo que de hecho deberíamos dejarlo abajo, Bibi.
—¿De qué hablas,
Tom?
—Cállate y espera
un minuto.
Tom salió
apresuradamente de la habitación, intentando lucir calmado, sereno y no correr
por los pasillos hasta su habitación donde, rebuscando furiosa y
descuidadamente en los cajones cogió un
bote de lubricante que había comprado en la farmacia discretamente cuando
salieron a comprar porquerías para comer mientras veían una película por la
noche. Nadie lo había notado. Él esperaba que nadie lo hubiera notado, porque
Georg había ido con ellos y no debía enterarse de nada.
No estaba seguro
concretamente de lo que él y Bill estaban a punto de hacer, sólo sabía que
tenía que ser increíble y que Georg no debía enterarse de ello jamás. Para eso
habían indagado cuanto habían indagado.
Cuando regresó a
la habitación en la que su hermano y la persona objeto de su obsesión casi
incomprensible se encontraban, Georg se encontraba ya únicamente en ropa
interior, con el torso desnudo y completamente extendido sobre el suelo, brazos
y piernas abiertas y un ligeramente abultado miembro entre ellas. Tom no
cuestionó a Bill qué era lo que había estado haciendo en su ausencia, se limitó
a mirarlo un segundo y suspirar cuando se encogió de hombros como
justificación; tomaron a Georg de las extremidades para poder subirlo con
dificultad al colchón, una vez ahí se quedaron de pie mirándole, uno a cada
lado de la cama y con la respiración ligeramente agitada por el esfuerzo de
haberlo cargado. Georg respiraba despacio y daba ligeros ronquidos de vez en
cuando, tal cual borracho medio dormido e inconsciente de sí mismo, pero la casi
erección seguía orgullosa entre sus piernas. Tom la miró y alzó una ceja ante
lo que su hermano se volvió a encoger de hombros y soltó una risita sugerente.
Tan sugerente como la forma en la que Tom le miraba la entrepierna a Georg.
Bill sonrió, por
tener a su hermano frente a él completamente ensimismado en un lugar específico
y por tener al castaño que tanto tiempo le había tenido intrigado respecto a lo
que quería, tendido en la cama, justo como ahora sabía que lo quería. Posó sus
manos donde la mirada de su gemelo se concentraba y acarició hacia arriba,
presionando suavemente; Georg suspiró roncamente y Tom soltó un gemido ahogado
ante la reacción.
—Está caliente.
Caliente e hinchado, más que antes, deberías… tocarlo un poco, puedes sentir
cómo crece. Y es grande, Tom —“muy grande” fue lo que no tuvo que agregar para
que Tom lo entendiera y acercara la mano tentativamente. Llevaba el bote de
lubricante en el bolsillo del pantalón y lo sintió cosquillear por salir de ahí
y participar cuando la erección de Georg estuvo de lleno en su palma,
palpitando y creciendo lentamente, con las capacidades limitadas de la mente
alcoholizada del castaño. Lo sintió hormiguearle al igual que la entrepierna; y
quemar. Le quemaba toda la piel. Bill se reía de él ante su cara de asombro,
pero ni siquiera se daba cuenta de ello y su gemelo le frunció el ceño —.Tom,
no —tuvo que repetir su nombre de nuevo para que le prestara atención, sin que
ninguno de los dos retirara la mano de donde la tenía —.Georg no es el único aquí
y no me parece justo. Él puede ser de los dos, pero tú eres mío y yo soy tuyo y
no vas a dejarme de lado.
Tom miró el
puchero de su hermano durante un segundo antes de terminar de procesar lo que
le había dicho y responder con un cariñoso “lo sé” al que Bill sonrió con
complacencia antes de entrelazar los dedos de la mano que estaba junta sobre la
entrepierna de Georg. La imagen era cómicamente tierna de algún modo, y
bastante perversa de algún otro pero ninguno de ellos se dio cuenta mientras se
miraba fija y profundamente a los ojos.
Habían estado
experimentando entre ellos desde que fueron conscientes de que un pene servía
para mucho más de lo que papá les había dicho. Lo habían estado haciendo casi
desde siempre y continuaron incluso cuando los besos dejaron de ser tan
inocentes. Por eso tenían mucho menos miedo del que probablemente debieron
haber tenido.
Bill tomó a Tom
de la muñeca firmemente antes de trepar a la cama y jalar de él para besarlo
por encima de Georg, que yacía ahí aún, sin moverse y emitiendo ronquidos bajos
y profundos de cuando en cuando. No estaban asustados ni preocupados en
realidad, porque habían planeado todo de tal perfecta forma que era imposible
que Georg se enterara, por eso Bill se restregó contra su pierna desnuda con un
empujón que le provocó gemir largo en la boca de su hermano y meter la lengua
tan profundo que Tom se sujetó de su nuca mientras trepaba a la cama de
rodillas.
Georg estaba,
básicamente, inconsciente. Se suponía que estaba inconsciente, por eso Bill gritó
en un chillido extraño que era más un gemido demasiado alto cuando una mano de
cerró en torno a su erección. No era la mano de Tom y, con los ojos abiertos en
toda su extensión, ambos gemelos miraron hacia el bajista; tenía los ojos
abiertos, inyectados en sangre, la lengua entumida y balbuceaba cosas
intentando incorporarse. Seguía drogado.
No importaba si
estaba dormido, despierto o inconsciente, lo importante era que no pudiera
recordar nada por la mañana.
Georg no retiró
la mano de la entrepierna de Bill y este comenzó a sospechar que intentaba de
algún modo utilizar aquel punto como soporte para poder enderezarse; Tom
también lo vio, así que empujó al castaño, mano sobre su pecho para dejarlo de
nuevo recostado sobre la cama.
—…¿Tow?
—Shh, Georg, está
bien, estás en casa. —Georg se sujetó entonces a una de las rastas de Tom,
apretando con cariño y jalando un poco entre una risa tonta y más incoherencias
verbales; soltó la entrepierna de Bill, lo que ocasionó que este dejara ir todo
el aire contenido en un gemido arrastrado y siseante.
Tom estaba
sentado justo sobre la ingle de Georg, en un intento de dejarlo quieto sobre la
cama. Podía sentir la forma del miembro contra su trasero y la sensación lo
impulsó a frotarse; lo hizo con tanto descaro y lentitud que Bill tuvo todo el
tiempo del mundo para ver el movimiento de caderas de su hermano con lujo de
detalle, cómo se arrastró sobre Georg mientras contraía las facciones de su
rostro con un deje de vergüenza y mucha satisfacción. Se empujó hacia abajo y gimió
alto. Bill se estremeció.
En algún momento
que no terminó de asimilar mientras se frotaba contra el cuerpo bajo suyo, su
hermano se había colocado frente a él y metido las manos dentro de su pantalón,
sujetando suave y rítmicamente la erección de Tom entre sus dedos, sentado sobre
el pecho de Georg, dando la espalda a la cara del chico que, con movimientos
erráticos elevó los brazos y metió sus dedos fríos bajo la playera de Bill,
acariciando su espalda en movimientos largos. Bill jadeó ante la sensación y
Georg abrió la boca sólo para gemir ronco y pesado. Tom se apretó más hacia
abajo cuando las caderas que le servían de soporte se alzaron. Se retorció con
furia y se lanzó sobre su hermano.
Bill había
comenzado a restregarse también cuando Tom se puso de pie sobre la cama, un pie
a cada uno de los costados de Georg, para bajarse lo que le quedaba de ropa,
girarse de modo que su le diera la espalda a su gemelo en inclinarse para que
su trasero quedara a la altura de Bill y el pudiera sostenerse con las manos en
las piernas de Georg.
—Hazlo. —Le dijo
sin mirarlo, a lo que Bill puso una gran cantidad de lubricante en su mano
antes de introducir un par de dedos en Tom y abriendo en movimiento de tijera
una vez que estaban completamente dentro.
El colchón crujió
y Bill gimió cuando su hermano contrajo los músculos alrededor de sus dedos.
Georg se irguió y pestañeó con rapidez
aún muy dentro de su estado etílico; Tom mecía las caderas de forma lenta,
intentando adaptarse a sentirse lleno de una forma que no debía.
Bill se detuvo un
momento y empujó al castaño de regreso a la cama con la mano que tenía libre
antes de continuar para, pocos minutos después volver a detener todo movimiento
y hablar a su hermano antes de estar seguro que podía retirar sus dedos.
—Es mi turno,
Tomi…
Tom asintió
débilmente y supo por el “Tomi” que Bill no podría resistir seguir haciendo eso
por mucho tiempo sin lanzarse sobre alguien y follar en seco.
Paladeó y cerró
los ojos en un gesto más de extrañeza que de otra cosa cuando los dedos de su
hermano estuvieron de nuevo fuera de su cuerpo, y respiró con fuerza, exhalando
por la boca, apoyando las manos sobre el colchón antes de girarse y ver a Bill
sentado sobre Georg, meciéndose con el trasero un poco en el aire, de forma
rápida y tosca; ruda y profunda. Y volvió a respirar con fuerza en algo que se
convirtió en un jadeo antes de que el pensamiento de qué estaba mal con ellos
cruzara su mente por un breve segundo para después tomar el lubricante y llenar
la entrada de su hermano.
Bill jadeaba
bajito y ronco y de la boca de Georg podían escucharse fugaces gemidos
perdidos. Entre los “hum” y los “ah” alargados más de la cuenta, Tom pensó que
la cordura le duraría muy poco (o lo que fuera que quedara de ella después de
haber tenido esa idea).
Sintió el hormigueo
en su vientre y supo que si no paraban, Bill iba a correrse antes de tiempo.
Apretó los dientes y jaló a su hermano por los hombros para dejarlo sentado
entre las piernas de Georg y abrazarlo desde atrás.
—Bill. —le dijo
suavemente, contrayendo los dedos de los pies al ver a su hermano completamente
perdido, con la mirada fija en Georg, la pupila dilatada y relamiéndose los
labios. Le besó el cuello y mordisqueó un poco su lóbulo, acariciándole el
pecho y los muslos; intentaba preparase para lo que seguía, así que se movió
rápido, quedando frente a Bill, chocó sus labios por un segundo antes de pasar
su mano por su espalda y tomar el miembro de Georg tentativamente pero firme.
Cuando la punta
estuvo empujando contra su entrada, Tom abrió los ojos y apretó los labios de
nueva cuenta, porque le estaba doliendo como el maldito carajo. Gritó bajito y
cortado mientras se agarraba a su hermano y enterró la cara en el hueco entre
su cabeza y su hombro, sollozando sobre su cuello.
Se apretó con
mucha fuerza contra Bill, aferrándose a sus brazos con todo lo que le quedaba,
porque lloraba y movía la cabeza en negación de forma rápida y errática pero no
se detenía. Se lo habían prometido, aquello estaría bien y ellos querían
hacerlo, por eso Bill sólo desviaba el rostro y apretaba la mano de su hermano
de vuelta mientras pequeñas lágrimas involuntarias surcaban su cara.
Su mirada se fue
directo a la unión entre su hermano y Georg y ahogó un grito cuando lo vio
llegar a la mitad y Tom se detuvo por completo elevando la mirada, aun
sosteniéndose de Bill y tratando de enderezarse todo lo que podía sin presionar
más el miembro del bajista contra su entrada.
Georg parecía
completamente inconsciente ahora, como si estuviera plenamente dormido y lo
único que hacía era mover su cuerpo de arriba abajo sobre el colchón y soltar
ruiditos de satisfacción que se fundían con los sollozos de los gemelos.
Bill acercó su
cuerpo todo lo que pudo al de su hermano, sus miradas conectadas en todo
momento. La cara de Tom estaba roja por el esfuerzo y largas lágrimas la
recorrían desde los ojos hasta la barbilla, por todo el ancho de sus mejillas
igual que a él; había dolido, lo sabía, pero se habían prometido que nada iba a
detenerlos a menos que Georg se enterara… pero Georg estaba dormido, teniendo
un lindo sueño húmedo.
Bill pegó su
pecho contra el de Tom y alineó sus caderas para poder sentarse directamente
sobre el miembro de su hermano; empezó a bajar y cuando lo sintió entrar se
aferró a su hombro con mucha fuerza para soltar un grito entre llanto desde lo
más bajo de su estómago, sacando lentamente todo el aire de sus pulmones para
quedarse únicamente sollozando mientras se enterraba más y más. Tom le sostenía
de las caderas, jalando de la piel de sus nalgas para separarlas lo más que
podía, queriendo que las caderas de su hermano fueran imposiblemente más anchas
y su entrada menos estrecha.
Cuando toda la
punta estuvo dentro, Bill se detuvo; ni siquiera había podido sentarse sobre el
regazo de su hermano, así que se encontraba suspendido, con la barbilla apoyada
sobre la cabeza de su hermano y sus manos aferradas a los hombros de Tom.
—Tom… Tom… —Bill
estaba llorando, pero Tom no podía sentir compasión sino empatía, porque el
dolor era exactamente el mismo.
Bill regulaba su
respiración, intentando inhalar profundo y exhalar despacio cuando ambos
escucharon un largo y satisfactorio gemido que provenía del cuerpo sobre el
colchón. Tom abrió los ojos y los apretó antes de soltar un grito que le
desgarró la garganta. Georg había empujado hacia arriba, embistiendo contra él
y enterrando más su miembro en su dolorida entrada que todavía no era capaz de
amoldarse a la intrusión, haciendo que se adaptara y abriera paso a la fuerza.
Tom se abrazó a la cadera de Bill con demasiada fuerza, intentando no lastimar
a su hermano y mantener sus propias caderas
en su lugar para no enterrarse más en el cuerpo del menor.
Bill se asustó,
realmente se asustó cuando Tom comenzó a arañarle los costados; Georg se estaba
moviendo debajo de él y Tom gritaba y apretaba los pies intentando soportar el
horrible dolor, como si lo estuvieran partiendo en dos. Entonces el menos se
empujó hacia abajo, sólo un poquito, sintiendo a Tom meterse poco a poco sin
que lo quisiera; sólo lo suficiente para poder rodearle la espalda y
acariciarle, intentado hacer que se relajara aun cuando el mismo no lograba
destensar el cuerpo. Sollozó fuerte de nuevo, pero intentó no gritar para no
empeorar el estado de Tom y comenzó a mecerse de atrás hacia adelante, con la
intención de acomodarse en una mejor posición donde el dolor menguara.
Georg seguía
empujando hacia arriba y el dolor le atravesaba toda la espina dorsal, pero una
sacudida de placer le recorrió el vientre cuando su hermano comenzó a mecerse
sobre él; entonces Tom se sintió abrumado, porque el dolor era insoportable
pero se mezclaba con un placer suave que se extendía por sus entumidas piernas,
como si estuviera a punto de darle un calambre.
Gimió, y eso fue
una buena señal para Bill, que seguía intentando relajarse sobre el miembro de
su hermano, pero donde el dolor comenzaba a ceder para dar paso al
entumecimiento de todas sus partes bajas. Su miembro seguía erguido, lo sabía
únicamente porque golpeaba contra el estómago de su gemelo y se frotaba en
caricias suaves que le hacían sollozar más profundo. Ya no sabía si gemía o jadeada
o lloraba o se quejaba o probablemente todo al mismo tiempo, pero mantenía los
ojos cerrados porque Tom había parado de gritar y quería pensar que podía
felicitarse por hacer algo bien. Entonces su hermano comenzó a moverse,
despacio, pidiendo permiso; embestía, enterrándose más paulatinamente, y Bill
abrió mucho la boca para dejar salir todo lo que tuviera que salir, pero todo
sonido se le quedó atorado en la garganta cuando se dio cuenta que por fin se
encontraba firmemente sentado sobre el regazo de su hermano.
Tom intentaba
concentrarse en la parte frontal de su cuerpo, donde el placer le recorría
despacio y se extendía desde la punta de su pene, hacía un viaje rodeando sus
testículos y se asentaba justo sobre la parte baja de su espalda, donde el
dolor se extendía hasta toda la mitad superior de su cuerpo; no sentía ya su
trasero, sólo podía estar seguro que Georg continuaba dentro porque no podía
cerrar su entrada por más que sus músculos se empeñaran en contraerse para
eliminar el dolor que sólo lograban intensificar.
Entonces fue Bill
el que gritó y se aferró de Tom con más fuerza de la debida, provocando que su
hermano gruñera confundido cuando lo sintió brincar sobre él, empujarse hacia
abajo y mecerse con más ímpetu. Había golpeado directo en su próstata. Se
sintió poderoso en ese momento, su corazón hizo un baile y sonrió a pesar del
dolor; se movió entonces con más seguridad, saltando un poco sobre el miembro
de Georg que empuñaba las sábanas y movía erráticamente las caderas, un poco más
rápido que minutos atrás; pronto lo haría con más fuerza y, entre los puntos
blancos de su ceguera por placer, Bill podía verlo por encima del hombro de su
hermano, con aquella expresión de placer en su rostro, gimiendo con su voz
ronca, su pecho subiendo y bajando acompasadamente cuando abrió los ojos un
poco y los clavó en Bill antes de sonreír y enterrar la cabeza en la almohada
de vuelta.
Tom embistió y
Bill perdió de vista a Georg de nuevo, su expresión confundida desapareciendo y
dando paso a una de sufrimiento. Su hermano había encontrado su punto para no
dejarlo ir y empujaba contra él con más fuerza cada vez aun cuando sus
movimientos eran lentos. Cada vez que embestía su entrada se contraía para
impulsarse hacia arriba y Georg jadeaba lleno de satisfacción; era la melodía
más extraña y excitante que Bill hubiera podido escuchar en toda su vida.
Continúo
acariciando la espalda de Tom y aferrándose a él con más fuerza conforme la
sensación de telarañas en sus testículos se hacía más abrumadora; le dolía,
pero ahora quería más y más de aquel dolor.
Pasados unos
minutos, cuando los dedos de Tom comenzaban a ponerse realmente fríos por la
falta de correcta circulación, con las piernas extendidas y acalambradas como
las tenía, Georg enterró su cadera en el colchón para empujar hacia arriba
especialmente fuerte y en un ritmo que se había acelerado de forma constante;
Tom gritó, pero ahora con un gruñido camuflado de placer y el ruido que la
cadera del castaño hacía al chocar contra él se hizo más y más húmedo en tanto
él apretaba para mantener el ritmo. Georg se estaba corriendo. Y se retorcía
sobre la cama para dar fe de ello.
Las piernas de
Tom se encogieron, haciendo que las de su hermano se elevaran un poco y
enterrarse con mayor facilidad en él, sujetando su miembro y escuchando cómo
gemía, casi sollozando por pura satisfacción.
Bill mordió el
hombro de Tom con fuerza cuando sintió el líquido adentrase en él con la fuerza
del impulso y la sensación pegajosa, mojada y molesta le llenó las entrañas. No
duró mucho después de eso, con la mano de su hermano bombeando y acariciando
sus testículos apretados.
Tom se dejó caer
hacia atrás, completamente sobre el cuerpo de Georg y haciendo un sonido de
molestia cuando el miembro del castaño estuvo fuera de él y escuchando un
sonido idéntico encima suyo cuando su miembro abandonó la entrada de su
hermano.
Se acomodaron a
ambos lados del exhausto cuerpo de Georg, con sus manos entrelazadas sobre el
estómago del bajista, que subía y bajaba todavía por efecto de la intensidad de
su orgasmo. Lo miraron largamente, quedándose dormidos.
Por la mañana,
Georg miraba el techo cuando Bill y Tom abrieron los ojos lentamente,
frunciendo el ceño por el dolor en gestos idénticos cuando intentaron
acomodarse mejor en sus lugares, aún con las manos entrelazadas, aprisionando
el cuerpo del bajista. Como si estuvieran sincronizados.
Georg cerró los
ojos y suspiró profundo.
—¿En serio,
chicos?... ¿En serio? —fue todo lo que dijo antes de sonreír ligeramente porque
Tom le besaba la mejilla.
Al final, pensó
Bill, no puedes esperar que alguien “nunca” se entere.
-Fin-
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