miércoles, 28 de noviembre de 2012

Que Georg no se entere. IV {Tokio Hotel} [FINAL]

Pairing: Bill/Tom/Georg
Categoría: slash
Género: humor
Rating: MA
Advertencias: twc, trío, drogas, voyerismo
Resumen: Cuando los Kaulitz han decidido que quieren algo, entonces harán de todo para lograr conseguirlo.
Sobretodo si se trata de Georg.
Notas: En lo profundo de mi ser, sé que hay algo turbio entre estos tres.
Capítulos: III, III

Gracias a Nessy por el banner. 


Con alcohol y drogas…




—Es la única forma en la que podremos concretar el plan, Tom.

Bill lo había decidido casi por sí mismo y se lo dijo a Tom un día por la mañana cuando ni siquiera se habían levantado de la cama. Para poder lograr su objetivo, había que dejar inconsciente a Georg en un grado en el que no fuera capaz de recordar absolutamente nada después, porque no debía enterarse.
Tom sabía que estaba mal… pero también sabía que había estado mal desde el principio y que su hermano tenía la razón.

Tom y Bill eran la clase de hermanos que lo compartían todo, les gustaba estar enterados de absolutamente todo lo que acontecía en la vida de su hermano. Por eso, cuando Bill decidió que quería llegar al siguiente paso con Georg, que la gran parte que quería era tener sexo con Georg, Tom estaba enterado de ello antes de que siquiera fuera verbalizado. Le bastó mirarlo a los ojos después de haberse desecho de aquella groupie en el hotel.

Para un Kaulitz es fácil manipular a los demás. Lo es porque tienen encantos a los que las demás personas comunes no se pueden resistir.
Mucha gente, después de haber sucumbido a ellos se pregunta cómo demonios es que sucedió, ninguno de ellos consigue una respuesta porque no la hay, simplemente caes y eso es todo. Gustav no había caído ante encantos, sino amenazas; por eso no dijo nada cuando de alguna forma Tom consiguió que alguien llevara para él un pack de cervezas, dos botellas de tequila y una caja con pastillas para dormir. Tampoco pudo decir nada frente a la persuasiva idea de Bill de que David les dejara hacer una reunión nocturna en la habitación de Gustav (porque la de Georg tenía un agujero, desde luego).

Gustav no se lo explicaba, David no lo sospechaba y Georg no se enteraba, porque era así como los Kaulitz lo habían planeado.

La noche llegó y Georg fue arrastrado entre charlas efusivas hasta la habitación del rubio.
No fue difícil para Tom mezclar las pastillas con la bebida; cerveza tras cerveza y un par de copas de tequila seco, el castaño no era consciente siquiera de sí mismo después de una hora dentro de aquella habitación. Bill le miró satisfecho. Recargado contra una de las patas de la cama, una sonrisa perdida y absurda en el rostro, Georg siquiera tenía intenciones de moverse.
Gustav fue expulsado de la habitación sin mediar palabra y con poca delicadeza; Schäfer estaba petrificado, no quería dejar a su amigo ahí, en el campo de batalla y completamente fuera de sí a causa de las drogas, pero una mirada del menor fue suficiente para hacer entender a Gustav que no había forma de impedir lo inevitable, habían estado planeado aquello por demasiado tiempo como para que él pudiera detenerlo.

Recostado sobre el suelo, con los brazos extendidos sobre la alfombra y las piernas separadas una de la otra, el cabello regado y los ojos fijos al techo; Bill fue el primero en acercarse, arrodillándose a su lado y sonriendo victorioso antes de pegar sus labios en un movimiento lento. De pie, Tom le miró un segundo antes de inclinarse, situándose entre las piernas de Georg; el ruido que hizo el desabrochar el botón del pantalón fue la última alarma en la mente de Bill. Estaban listos para hacer cualquier cosa.

Tom metió la mano dentro del pantalón y palpó con cuidado, despacio, explorando y gimiendo bajo al sentir el calor concentrado ahí que se escapaba rápido por el cierre abierto aunque no desaparecía; subió un poco la playera, acariciando por debajo del ombligo cuando Bill le cogió por la muñeca.
—¿Dónde prefieres estar?

—¿Qué?

—Bueno, sabes, no creo que debiéramos dejar a Georg abajo porque…

—Se dará cuenta cuando despierte… No, no, creo que de hecho deberíamos dejarlo abajo, Bibi.

—¿De qué hablas, Tom?

—Cállate y espera un minuto.

Tom salió apresuradamente de la habitación, intentando lucir calmado, sereno y no correr por los pasillos hasta su habitación donde, rebuscando furiosa y descuidadamente en los cajones cogió  un bote de lubricante que había comprado en la farmacia discretamente cuando salieron a comprar porquerías para comer mientras veían una película por la noche. Nadie lo había notado. Él esperaba que nadie lo hubiera notado, porque Georg había ido con ellos y no debía enterarse de nada.
No estaba seguro concretamente de lo que él y Bill estaban a punto de hacer, sólo sabía que tenía que ser increíble y que Georg no debía enterarse de ello jamás. Para eso habían indagado cuanto habían indagado.

Cuando regresó a la habitación en la que su hermano y la persona objeto de su obsesión casi incomprensible se encontraban, Georg se encontraba ya únicamente en ropa interior, con el torso desnudo y completamente extendido sobre el suelo, brazos y piernas abiertas y un ligeramente abultado miembro entre ellas. Tom no cuestionó a Bill qué era lo que había estado haciendo en su ausencia, se limitó a mirarlo un segundo y suspirar cuando se encogió de hombros como justificación; tomaron a Georg de las extremidades para poder subirlo con dificultad al colchón, una vez ahí se quedaron de pie mirándole, uno a cada lado de la cama y con la respiración ligeramente agitada por el esfuerzo de haberlo cargado. Georg respiraba despacio y daba ligeros ronquidos de vez en cuando, tal cual borracho medio dormido e inconsciente de sí mismo, pero la casi erección seguía orgullosa entre sus piernas. Tom la miró y alzó una ceja ante lo que su hermano se volvió a encoger de hombros y soltó una risita sugerente. Tan sugerente como la forma en la que Tom le miraba la entrepierna a Georg.

Bill sonrió, por tener a su hermano frente a él completamente ensimismado en un lugar específico y por tener al castaño que tanto tiempo le había tenido intrigado respecto a lo que quería, tendido en la cama, justo como ahora sabía que lo quería. Posó sus manos donde la mirada de su gemelo se concentraba y acarició hacia arriba, presionando suavemente; Georg suspiró roncamente y Tom soltó un gemido ahogado ante la reacción.

—Está caliente. Caliente e hinchado, más que antes, deberías… tocarlo un poco, puedes sentir cómo crece. Y es grande, Tom —“muy grande” fue lo que no tuvo que agregar para que Tom lo entendiera y acercara la mano tentativamente. Llevaba el bote de lubricante en el bolsillo del pantalón y lo sintió cosquillear por salir de ahí y participar cuando la erección de Georg estuvo de lleno en su palma, palpitando y creciendo lentamente, con las capacidades limitadas de la mente alcoholizada del castaño. Lo sintió hormiguearle al igual que la entrepierna; y quemar. Le quemaba toda la piel. Bill se reía de él ante su cara de asombro, pero ni siquiera se daba cuenta de ello y su gemelo le frunció el ceño —.Tom, no —tuvo que repetir su nombre de nuevo para que le prestara atención, sin que ninguno de los dos retirara la mano de donde la tenía —.Georg no es el único aquí y no me parece justo. Él puede ser de los dos, pero tú eres mío y yo soy tuyo y no vas a dejarme de lado.

Tom miró el puchero de su hermano durante un segundo antes de terminar de procesar lo que le había dicho y responder con un cariñoso “lo sé” al que Bill sonrió con complacencia antes de entrelazar los dedos de la mano que estaba junta sobre la entrepierna de Georg. La imagen era cómicamente tierna de algún modo, y bastante perversa de algún otro pero ninguno de ellos se dio cuenta mientras se miraba fija y profundamente a los ojos.
Habían estado experimentando entre ellos desde que fueron conscientes de que un pene servía para mucho más de lo que papá les había dicho. Lo habían estado haciendo casi desde siempre y continuaron incluso cuando los besos dejaron de ser tan inocentes. Por eso tenían mucho menos miedo del que probablemente debieron haber tenido.

Bill tomó a Tom de la muñeca firmemente antes de trepar a la cama y jalar de él para besarlo por encima de Georg, que yacía ahí aún, sin moverse y emitiendo ronquidos bajos y profundos de cuando en cuando. No estaban asustados ni preocupados en realidad, porque habían planeado todo de tal perfecta forma que era imposible que Georg se enterara, por eso Bill se restregó contra su pierna desnuda con un empujón que le provocó gemir largo en la boca de su hermano y meter la lengua tan profundo que Tom se sujetó de su nuca mientras trepaba a la cama de rodillas.

Georg estaba, básicamente, inconsciente. Se suponía que estaba inconsciente, por eso Bill gritó en un chillido extraño que era más un gemido demasiado alto cuando una mano de cerró en torno a su erección. No era la mano de Tom y, con los ojos abiertos en toda su extensión, ambos gemelos miraron hacia el bajista; tenía los ojos abiertos, inyectados en sangre, la lengua entumida y balbuceaba cosas intentando incorporarse. Seguía drogado.
No importaba si estaba dormido, despierto o inconsciente, lo importante era que no pudiera recordar nada por la mañana.
Georg no retiró la mano de la entrepierna de Bill y este comenzó a sospechar que intentaba de algún modo utilizar aquel punto como soporte para poder enderezarse; Tom también lo vio, así que empujó al castaño, mano sobre su pecho para dejarlo de nuevo recostado sobre la cama.

—…¿Tow?

—Shh, Georg, está bien, estás en casa. —Georg se sujetó entonces a una de las rastas de Tom, apretando con cariño y jalando un poco entre una risa tonta y más incoherencias verbales; soltó la entrepierna de Bill, lo que ocasionó que este dejara ir todo el aire contenido en un gemido arrastrado y siseante.

Tom estaba sentado justo sobre la ingle de Georg, en un intento de dejarlo quieto sobre la cama. Podía sentir la forma del miembro contra su trasero y la sensación lo impulsó a frotarse; lo hizo con tanto descaro y lentitud que Bill tuvo todo el tiempo del mundo para ver el movimiento de caderas de su hermano con lujo de detalle, cómo se arrastró sobre Georg mientras contraía las facciones de su rostro con un deje de vergüenza y mucha satisfacción. Se empujó hacia abajo y gimió alto. Bill se estremeció.

En algún momento que no terminó de asimilar mientras se frotaba contra el cuerpo bajo suyo, su hermano se había colocado frente a él y metido las manos dentro de su pantalón, sujetando suave y rítmicamente la erección de Tom entre sus dedos, sentado sobre el pecho de Georg, dando la espalda a la cara del chico que, con movimientos erráticos elevó los brazos y metió sus dedos fríos bajo la playera de Bill, acariciando su espalda en movimientos largos. Bill jadeó ante la sensación y Georg abrió la boca sólo para gemir ronco y pesado. Tom se apretó más hacia abajo cuando las caderas que le servían de soporte se alzaron. Se retorció con furia y se lanzó sobre su hermano.
Bill había comenzado a restregarse también cuando Tom se puso de pie sobre la cama, un pie a cada uno de los costados de Georg, para bajarse lo que le quedaba de ropa, girarse de modo que su le diera la espalda a su gemelo en inclinarse para que su trasero quedara a la altura de Bill y el pudiera sostenerse con las manos en las piernas de Georg.

—Hazlo. —Le dijo sin mirarlo, a lo que Bill puso una gran cantidad de lubricante en su mano antes de introducir un par de dedos en Tom y abriendo en movimiento de tijera una vez que estaban completamente dentro.

El colchón crujió y Bill gimió cuando su hermano contrajo los músculos alrededor de sus dedos. Georg se irguió  y pestañeó con rapidez aún muy dentro de su estado etílico; Tom mecía las caderas de forma lenta, intentando adaptarse a sentirse lleno de una forma que no debía.
Bill se detuvo un momento y empujó al castaño de regreso a la cama con la mano que tenía libre antes de continuar para, pocos minutos después volver a detener todo movimiento y hablar a su hermano antes de estar seguro que podía retirar sus dedos.

—Es mi turno, Tomi…

Tom asintió débilmente y supo por el “Tomi” que Bill no podría resistir seguir haciendo eso por mucho tiempo sin lanzarse sobre alguien y follar en seco.
Paladeó y cerró los ojos en un gesto más de extrañeza que de otra cosa cuando los dedos de su hermano estuvieron de nuevo fuera de su cuerpo, y respiró con fuerza, exhalando por la boca, apoyando las manos sobre el colchón antes de girarse y ver a Bill sentado sobre Georg, meciéndose con el trasero un poco en el aire, de forma rápida y tosca; ruda y profunda. Y volvió a respirar con fuerza en algo que se convirtió en un jadeo antes de que el pensamiento de qué estaba mal con ellos cruzara su mente por un breve segundo para después tomar el lubricante y llenar la entrada de su hermano.

Bill jadeaba bajito y ronco y de la boca de Georg podían escucharse fugaces gemidos perdidos. Entre los “hum” y los “ah” alargados más de la cuenta, Tom pensó que la cordura le duraría muy poco (o lo que fuera que quedara de ella después de haber tenido esa idea).
Sintió el hormigueo en su vientre y supo que si no paraban, Bill iba a correrse antes de tiempo. Apretó los dientes y jaló a su hermano por los hombros para dejarlo sentado entre las piernas de Georg y abrazarlo desde atrás.

—Bill. —le dijo suavemente, contrayendo los dedos de los pies al ver a su hermano completamente perdido, con la mirada fija en Georg, la pupila dilatada y relamiéndose los labios. Le besó el cuello y mordisqueó un poco su lóbulo, acariciándole el pecho y los muslos; intentaba preparase para lo que seguía, así que se movió rápido, quedando frente a Bill, chocó sus labios por un segundo antes de pasar su mano por su espalda y tomar el miembro de Georg tentativamente pero firme.
Cuando la punta estuvo empujando contra su entrada, Tom abrió los ojos y apretó los labios de nueva cuenta, porque le estaba doliendo como el maldito carajo. Gritó bajito y cortado mientras se agarraba a su hermano y enterró la cara en el hueco entre su cabeza y su hombro, sollozando sobre su cuello.
Se apretó con mucha fuerza contra Bill, aferrándose a sus brazos con todo lo que le quedaba, porque lloraba y movía la cabeza en negación de forma rápida y errática pero no se detenía. Se lo habían prometido, aquello estaría bien y ellos querían hacerlo, por eso Bill sólo desviaba el rostro y apretaba la mano de su hermano de vuelta mientras pequeñas lágrimas involuntarias surcaban su cara.
Su mirada se fue directo a la unión entre su hermano y Georg y ahogó un grito cuando lo vio llegar a la mitad y Tom se detuvo por completo elevando la mirada, aun sosteniéndose de Bill y tratando de enderezarse todo lo que podía sin presionar más el miembro del bajista contra su entrada.
Georg parecía completamente inconsciente ahora, como si estuviera plenamente dormido y lo único que hacía era mover su cuerpo de arriba abajo sobre el colchón y soltar ruiditos de satisfacción que se fundían con los sollozos de los gemelos.
Bill acercó su cuerpo todo lo que pudo al de su hermano, sus miradas conectadas en todo momento. La cara de Tom estaba roja por el esfuerzo y largas lágrimas la recorrían desde los ojos hasta la barbilla, por todo el ancho de sus mejillas igual que a él; había dolido, lo sabía, pero se habían prometido que nada iba a detenerlos a menos que Georg se enterara… pero Georg estaba dormido, teniendo un lindo sueño húmedo.
Bill pegó su pecho contra el de Tom y alineó sus caderas para poder sentarse directamente sobre el miembro de su hermano; empezó a bajar y cuando lo sintió entrar se aferró a su hombro con mucha fuerza para soltar un grito entre llanto desde lo más bajo de su estómago, sacando lentamente todo el aire de sus pulmones para quedarse únicamente sollozando mientras se enterraba más y más. Tom le sostenía de las caderas, jalando de la piel de sus nalgas para separarlas lo más que podía, queriendo que las caderas de su hermano fueran imposiblemente más anchas y su entrada menos estrecha.
Cuando toda la punta estuvo dentro, Bill se detuvo; ni siquiera había podido sentarse sobre el regazo de su hermano, así que se encontraba suspendido, con la barbilla apoyada sobre la cabeza de su hermano y sus manos aferradas a los hombros de Tom.

—Tom… Tom… —Bill estaba llorando, pero Tom no podía sentir compasión sino empatía, porque el dolor era exactamente el mismo.
Bill regulaba su respiración, intentando inhalar profundo y exhalar despacio cuando ambos escucharon un largo y satisfactorio gemido que provenía del cuerpo sobre el colchón. Tom abrió los ojos y los apretó antes de soltar un grito que le desgarró la garganta. Georg había empujado hacia arriba, embistiendo contra él y enterrando más su miembro en su dolorida entrada que todavía no era capaz de amoldarse a la intrusión, haciendo que se adaptara y abriera paso a la fuerza. Tom se abrazó a la cadera de Bill con demasiada fuerza, intentando no lastimar a su hermano y mantener sus propias caderas  en su lugar para no enterrarse más en el cuerpo del menor.
Bill se asustó, realmente se asustó cuando Tom comenzó a arañarle los costados; Georg se estaba moviendo debajo de él y Tom gritaba y apretaba los pies intentando soportar el horrible dolor, como si lo estuvieran partiendo en dos. Entonces el menos se empujó hacia abajo, sólo un poquito, sintiendo a Tom meterse poco a poco sin que lo quisiera; sólo lo suficiente para poder rodearle la espalda y acariciarle, intentado hacer que se relajara aun cuando el mismo no lograba destensar el cuerpo. Sollozó fuerte de nuevo, pero intentó no gritar para no empeorar el estado de Tom y comenzó a mecerse de atrás hacia adelante, con la intención de acomodarse en una mejor posición donde el dolor menguara.

Georg seguía empujando hacia arriba y el dolor le atravesaba toda la espina dorsal, pero una sacudida de placer le recorrió el vientre cuando su hermano comenzó a mecerse sobre él; entonces Tom se sintió abrumado, porque el dolor era insoportable pero se mezclaba con un placer suave que se extendía por sus entumidas piernas, como si estuviera a punto de darle un calambre.
Gimió, y eso fue una buena señal para Bill, que seguía intentando relajarse sobre el miembro de su hermano, pero donde el dolor comenzaba a ceder para dar paso al entumecimiento de todas sus partes bajas. Su miembro seguía erguido, lo sabía únicamente porque golpeaba contra el estómago de su gemelo y se frotaba en caricias suaves que le hacían sollozar más profundo. Ya no sabía si gemía o jadeada o lloraba o se quejaba o probablemente todo al mismo tiempo, pero mantenía los ojos cerrados porque Tom había parado de gritar y quería pensar que podía felicitarse por hacer algo bien. Entonces su hermano comenzó a moverse, despacio, pidiendo permiso; embestía, enterrándose más paulatinamente, y Bill abrió mucho la boca para dejar salir todo lo que tuviera que salir, pero todo sonido se le quedó atorado en la garganta cuando se dio cuenta que por fin se encontraba firmemente sentado sobre el regazo de su hermano.

Tom intentaba concentrarse en la parte frontal de su cuerpo, donde el placer le recorría despacio y se extendía desde la punta de su pene, hacía un viaje rodeando sus testículos y se asentaba justo sobre la parte baja de su espalda, donde el dolor se extendía hasta toda la mitad superior de su cuerpo; no sentía ya su trasero, sólo podía estar seguro que Georg continuaba dentro porque no podía cerrar su entrada por más que sus músculos se empeñaran en contraerse para eliminar el dolor que sólo lograban intensificar. 
Entonces fue Bill el que gritó y se aferró de Tom con más fuerza de la debida, provocando que su hermano gruñera confundido cuando lo sintió brincar sobre él, empujarse hacia abajo y mecerse con más ímpetu. Había golpeado directo en su próstata. Se sintió poderoso en ese momento, su corazón hizo un baile y sonrió a pesar del dolor; se movió entonces con más seguridad, saltando un poco sobre el miembro de Georg que empuñaba las sábanas y movía erráticamente las caderas, un poco más rápido que minutos atrás; pronto lo haría con más fuerza y, entre los puntos blancos de su ceguera por placer, Bill podía verlo por encima del hombro de su hermano, con aquella expresión de placer en su rostro, gimiendo con su voz ronca, su pecho subiendo y bajando acompasadamente cuando abrió los ojos un poco y los clavó en Bill antes de sonreír y enterrar la cabeza en la almohada de vuelta.

Tom embistió y Bill perdió de vista a Georg de nuevo, su expresión confundida desapareciendo y dando paso a una de sufrimiento. Su hermano había encontrado su punto para no dejarlo ir y empujaba contra él con más fuerza cada vez aun cuando sus movimientos eran lentos. Cada vez que embestía su entrada se contraía para impulsarse hacia arriba y Georg jadeaba lleno de satisfacción; era la melodía más extraña y excitante que Bill hubiera podido escuchar en toda su vida.
Continúo acariciando la espalda de Tom y aferrándose a él con más fuerza conforme la sensación de telarañas en sus testículos se hacía más abrumadora; le dolía, pero ahora quería más y más de aquel dolor.

Pasados unos minutos, cuando los dedos de Tom comenzaban a ponerse realmente fríos por la falta de correcta circulación, con las piernas extendidas y acalambradas como las tenía, Georg enterró su cadera en el colchón para empujar hacia arriba especialmente fuerte y en un ritmo que se había acelerado de forma constante; Tom gritó, pero ahora con un gruñido camuflado de placer y el ruido que la cadera del castaño hacía al chocar contra él se hizo más y más húmedo en tanto él apretaba para mantener el ritmo. Georg se estaba corriendo. Y se retorcía sobre la cama para dar fe de ello.
Las piernas de Tom se encogieron, haciendo que las de su hermano se elevaran un poco y enterrarse con mayor facilidad en él, sujetando su miembro y escuchando cómo gemía, casi sollozando por pura satisfacción.

Bill mordió el hombro de Tom con fuerza cuando sintió el líquido adentrase en él con la fuerza del impulso y la sensación pegajosa, mojada y molesta le llenó las entrañas. No duró mucho después de eso, con la mano de su hermano bombeando y acariciando sus testículos apretados.
Tom se dejó caer hacia atrás, completamente sobre el cuerpo de Georg y haciendo un sonido de molestia cuando el miembro del castaño estuvo fuera de él y escuchando un sonido idéntico encima suyo cuando su miembro abandonó la entrada de su hermano.
Se acomodaron a ambos lados del exhausto cuerpo de Georg, con sus manos entrelazadas sobre el estómago del bajista, que subía y bajaba todavía por efecto de la intensidad de su orgasmo. Lo miraron largamente, quedándose dormidos.

Por la mañana, Georg miraba el techo cuando Bill y Tom abrieron los ojos lentamente, frunciendo el ceño por el dolor en gestos idénticos cuando intentaron acomodarse mejor en sus lugares, aún con las manos entrelazadas, aprisionando el cuerpo del bajista. Como si estuvieran sincronizados.
Georg cerró los ojos y suspiró profundo.

—¿En serio, chicos?... ¿En serio? —fue todo lo que dijo antes de sonreír ligeramente porque Tom le besaba la mejilla.

Al final, pensó Bill, no puedes esperar que alguien “nunca” se entere. 

-Fin-

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