martes, 10 de julio de 2012

Si no te digo “papá” {Tokio Hotel}

Pairing: Bill/Tom
Categoría: slash
Género: angst
Rating: M
Advertencias: Incesto, AU, underage
Resumen: Bill no pensaba que estuviera mal, él simplemente quería gustarle un poco más a su papá, que le dijera como siempre, pero esta vez para siempre "somos sólo tú y yo, campeón", como lo hacía las tardes que se quedaba en casa.
Notas: Cumpliendo al reto de Marbius, si mal no recuerdo. Pidió incesto entre menor y mayor, Bill/Tom y eso.





Bill tenía sólo tres años cuando su mamá se marchó.
Las personas creen que a esa edad no hay mucho que se pueda recordar, pero Bill recordaba, cada detalle.
Recordaba perfectamente cómo mamá y papá discutieron hasta que él, cansado y confundido, incapaz de entender la situación, se quedó dormido. Por la mañana su mamá ya no estaba y su papá le dio de desayunar antes de encargarlo con la vecina anciana para poder irse a trabajar. Bill no volvió a ver a su mamá.

Bill no fue la clase de niño que lloraba desconsoladamente porque los demás niños eran besados por sus mamis en la entrada de la escuela, su papá pensó que aquello quizá no era algo bueno, pero lo agradeció inevitablemente.
Cuando cumplió diez, Bill pensó que tal vez necesitaba ir con un psicólogo (acababa de aprender el significado de aquella palabra, y le gustaba), porque no extrañaba en absoluto a su mamá y, si lo pensaba detenidamente, aquella mujer nunca le había gustado demasiado. No entendía qué había visto su padre en ella.
No entendía qué veía su padre en las mujeres con las que salía. Esas mujeres que iban a su casa pero nunca se quedaban.

Bill no podía recordar con claridad la cara de la mujer que los había dejado cuando él tenía tres, sin embargo, había algo que recordaba con completa claridad y eso era el contoneó que ella tenía al caminar. Lo recordaba además por la constante repetición en las mujeres que su papá llevaba a casa; entonces entendió que a su papá le gustaban las mujeres que se contoneaban.

Bill no pensaba que estuviera mal, él simplemente quería gustarle un poco más a su papá, que le dijera como siempre, pero esta vez para siempre "somos sólo tú y yo, campeón", como lo hacía las tardes que se quedaba en casa.
Si a su papá le gustaban los contoneos de cadera, Bill podía hacerlo también.
Si a su papá le gustaban las cabelleras negras, Bill podía hacerlo también.
Si a su papá le gustaban los movimientos de manos delicados, Bill podía hacerlo también.
Papá no necesitaba a nadie más que a Bill.

Si Tom notó que su hijo se estaba volviendo en exceso amanerado para un niño normal, no le tomó la importancia que un padre, como hombre, le tomaría a que su hijo no fuera como los demás niños. Para Tom todo estaba bien, porque Bill estaba sano y era un niño feliz. Lo era con él y, aunque sabía que en la escuela tenía bastantes problemas con los compañeros, también sabía que era completamente capaz de defenderse; lo sabía porque cada ocasión que lo habían mandado llamar había sido porque su hijo dejó en condiciones deplorables a otros niños.
Tom estaba orgulloso de Bill.

Fue cuando cumplió doce que Bill lo entendió realmente. Le gustaba Tom.
Tom era el mejor papá del mundo; lo era para Bill cuando, en lugar de reprenderlo por golpear a otros niños le creía que lo había hecho en defensa propia; lo era cuando lo dejaba quedarse hasta tarde porque al día siguiente no había escuela, lo era cuando lo sacaba de paseo, le compraba helado y lo llevaba a donde él quería. Tom era el mejor papá del mundo, porque Bill sabía que Tom haría cualquier cosa por él.
Para Bill no era un "haría cualquier cosa por mi hijo", para Bill era un "haría cualquier cosa por ti". Tom era su mejor amigo. También era el hombre del que se había enamorado.

Tom no entendió por qué Bill dejó de llamarlo papá y comenzó a decirle Tom apenas cumplió trece.
Tampoco entendió la rebeldía repentina, el desobedecerlo, escaparse por la ventana y salir con gente que, en palabras simples podía denominarse "mala". Bill lo era todo para Tom, era esa la razón por la que se había dedicado a él en cuerpo y alma; no había salido ni con la mitad de mujeres con las que le hubiera gustado salir y dejó de hacerlo cuando su hijo comenzó a mirarlas realmente mal. A Bill no le gustaba, entonces Tom no lo haría, aun cuando a sus veintisiete estaba perfectamente en forma para conseguir una mujer que fuera buena para Bill.
Pero Bill nunca le había pedido una mamá.

Bill no creyó que su papá fuera capaz de castigarlo de verdad. No hacía las cosas porque quisiera lastimarlo, sino porque sabía que Tom no lo entendería.
Su papá era su mejor amigo, sin embargo, seguía siendo su papá; seguía siendo el hombre del que estaba enamorado.
Cuando Bill se escapó de casa y regresó en la madrugada, intentando trepar por el árbol que daba a su ventana y torciéndose un tobillo en el proceso, gritando tan fuerte que Tom se despertó y tuvo que correr hasta la ventana para no verlo caer, su intención no había sido precisamente que su papá notara las condiciones en las que había llegado: borracho, drogado y oliendo a colonia de hombre mayor. Sin embargo, Tom lo notó, y Bill tuvo el impulso de gritarle que todo aquello había sido su culpa, que él era como era porque Tom no había sabido impedir que se enamorara de él. Quiso incluso echarle en cara que su mamá se hubiera marchado porque, tal vez si ella se hubiera quedado él no se hubiera enamorado de su propio padre. Aunque sabía que era mentira, que se habría enamorado de él e incluso hubiera odiado a su mamá.
Miró a Tom de forma despectiva y le dijo cosas hirientes mientras este le ayudaba a ponerse la pijama sin mirarlo, suspirando por lo bajo e intentando vendarle el tobillo lastimado.

Cuando Bill había llegado en condiciones deplorables a casa, su intención principal había sido olvidar que en casa no tendría lo que quería porque no podía buscar lo que no debía. Quizá tener una riña con su papá, donde pudiera gritarle hasta cansarse y decirle que lo odiaba sin tener remordimientos porque decir "te odio" era lo más parecido que podía hacer a decir "te amo". Pero no hubo una riña, Tom no le gritó ni contestó a ninguno de sus insultos de adolescente ebrio y malviajado, sino que simplemente lo dejó, con la pijama puesta y el tobillo dañado en una posición cómoda antes de dirigirse a la puerta y, desde ahí, mirarlo con sus ojos cargados de la más infinita tristeza y culpabilidad.
Y Bill sintió que se ahogaba, cómo cada uno de sus insultos le golpeaba de regreso a la cara y se echó a llorar como el niño pequeño intentando hacerse el grande que era desde que descubrió que había cosas que le hacían olvidar parcialmente a Tom y decidió tomarlas.

Tom era el mejor papá del mundo, lo sabía desde que tenía siete, se lo había dicho a sí mismo sin vacilación. Entonces no sabía que el "Yo amo a mi papá" se iría a convertir en un "Estoy enamorado de Tom y él es mi padre".

Su padre volvió sobre sus pasos y, con lagrimas en los ojos, lo rodeó entre sus brazos y se quedó con él hasta que, golpeado por la incertidumbre y la culpabilidad de no ser un buen padre, se quedó dormido. Un perdón tácito en el aire.

Bill besó a su padre en los labios y con tal suavidad que el beso lució imaginario. No era como los besos que le daba en la boca al dejarlo en el jardín de infantes; era un beso cargado de anhelos y necesidades reprimidas.
Tom estaba dormido, Bill lo sabía por su respiración profunda y pausada.

Tom estaba dormido soñando que alguien lo besaba. Bill besaba a Tom y podía sentir como si soñara. Se atrevió a mover la lengua sobre los labios de su papá, logrando que entreabriera lo suficiente para pasar.
Algo fuera de él le decía que debía estar mal, pero simplemente no lograba encontrar qué y ensamblarlo donde debía.
La lengua de Tom permanecía casi inerte, salvo por los ligeros movimientos que realizaba al pasar saliva, en los que Bill gemía bajito para no despertarlo y ronroneaba de gozo.

Tom se abrazó a Bill. Estaba teniendo un sueño agradable y, aunque no sabía qué era puesto que no lograba vislumbrar salvo colores y sensaciones agradables, sabía que Bill estaba a su lado y quería tenerlo tan cerca como cuando era tan pequeño que dormían los dos en el mismo espacio de la cama y Bill sólo balbuceaba; cuando sabía que por la mañana tendría que cambiarle el pañal o levantarse a la mitad de la noche a traer una mamila con leche tibia.

Cuando sintió la enorme mano de su padre en su espalda baja, Bill se sobresaltó tanto que quiso llorar y congeló sus movimientos sobre la boca de su padre, sus labios juntos todavía; Tom lo presionó contra él en un abrazo tan familiar que Bill de verdad comenzó a sollozar. Se sentía tan terrible y enfermo que aquella sensación le supiera tan bien, lo suficientemente bien como para tener una erección contra el muslo de su padre.
Metió la mano bajo su ropa interior, presionando su miembro, apretando con toda la palma y haciendo movimientos lentos; el calor de la cercanía le era suficiente y, aunque quería con todas sus fuerzas frotarse contra aquella pierna, sabía que esa sería la peor de las pesadillas de su padre.
Sollozó un poco más fuerte cuando la palabra "padre" le atravesó; hacia tiempo que había dejado de llamar "papá" a Tom, porque así se volvía un poco menos real, aunque ahora estuviera ahí a su lado, abrazándolo con una devoción imposible de encontrar en otro sitio que no fuera un padre y él sintiéndose pequeño entre los menudos brazos, sus labios, su lengua, sus manos, todo él, pequeño, en una dimensión que jamás podría completar.

El orgasmo le llegó lento y largo entre llanto silencioso y gemidos opacados en labios que jamás se despegaron. Fue silencioso, muy silencioso y, sin embargo no pudo evitar que Tom frunciera las cejas y se desperezara. Bill se había separado unos centímetros pero continuaba llorando y, antes de que Tom pudiera preguntar el por qué, Bill volvió a salvar la distancia y juntar sus bocas con suavidad pasmosa, en sus piernas los resquicios del éxtasis.

—Te amo, papá. —En un "papá" que le salió ahogado y lágrimas que no se detenían, Tom lo miró a los ojos y sintió que, desgraciadamente, podía entenderlo todo.

3 comentarios:

  1. Estuve esperando este reto ansiosa, y decir que me encantó sería poco. Pero no sé, hiciste que me quedara con una sensación desagradable en el pecho... es que me dio tanta pena ):
    Bueno, si no contamos eso, fue perfecto. ^^

    Un beso.

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  2. Me gusto muchisimo (: Gran redacción ni se noto la falta de dialogo ;)

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  3. Es un Fanfic realmente hermoso, pero te admito que el final es bastante triste. Te puedo decir que quiero llorar de lo triste que es imaginar el no poder tener lo que más se anhela y ama. Me gusta la forma en la que narraste la historia. :D

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