Categoría: slash
Género: angst
Rating: M
Advertencias: Incesto, AU, underage
Resumen: Bill no pensaba que estuviera mal, él simplemente quería gustarle un poco más a su papá, que le dijera como siempre, pero esta vez para siempre "somos sólo tú y yo, campeón", como lo hacía las tardes que se quedaba en casa.
Notas: Cumpliendo al reto de Marbius, si mal no recuerdo. Pidió incesto entre menor y mayor, Bill/Tom y eso.
Bill tenía sólo
tres años cuando su mamá se marchó.
Las personas
creen que a esa edad no hay mucho que se pueda recordar, pero Bill recordaba,
cada detalle.
Recordaba
perfectamente cómo mamá y papá discutieron hasta que él, cansado y confundido,
incapaz de entender la situación, se quedó dormido. Por la mañana su mamá ya no
estaba y su papá le dio de desayunar antes de encargarlo con la vecina anciana
para poder irse a trabajar. Bill no volvió a ver a su mamá.
Bill no fue la
clase de niño que lloraba desconsoladamente porque los demás niños eran besados
por sus mamis en la entrada de la escuela, su papá pensó que aquello quizá no
era algo bueno, pero lo agradeció inevitablemente.
Cuando cumplió
diez, Bill pensó que tal vez necesitaba ir con un psicólogo (acababa de
aprender el significado de aquella palabra, y le gustaba), porque no extrañaba
en absoluto a su mamá y, si lo pensaba detenidamente, aquella mujer nunca le
había gustado demasiado. No entendía qué había visto su padre en ella.
No entendía qué
veía su padre en las mujeres con las que salía. Esas mujeres que iban a su casa
pero nunca se quedaban.
Bill no podía
recordar con claridad la cara de la mujer que los había dejado cuando él tenía
tres, sin embargo, había algo que recordaba con completa claridad y eso era el
contoneó que ella tenía al caminar. Lo recordaba además por la constante
repetición en las mujeres que su papá llevaba a casa; entonces entendió que a
su papá le gustaban las mujeres que se contoneaban.
Bill no pensaba
que estuviera mal, él simplemente quería gustarle un poco más a su papá, que le
dijera como siempre, pero esta vez para siempre "somos sólo tú y yo,
campeón", como lo hacía las tardes que se quedaba en casa.
Si a su papá le
gustaban los contoneos de cadera, Bill podía hacerlo también.
Si a su papá le
gustaban las cabelleras negras, Bill podía hacerlo también.
Si a su papá le
gustaban los movimientos de manos delicados, Bill podía hacerlo también.
Papá no
necesitaba a nadie más que a Bill.
Si Tom notó que
su hijo se estaba volviendo en exceso amanerado para un niño normal, no le tomó
la importancia que un padre, como hombre, le tomaría a que su hijo no fuera
como los demás niños. Para Tom todo estaba bien, porque Bill estaba sano y era
un niño feliz. Lo era con él y, aunque sabía que en la escuela tenía bastantes
problemas con los compañeros, también sabía que era completamente capaz de
defenderse; lo sabía porque cada ocasión que lo habían mandado llamar había
sido porque su hijo dejó en condiciones deplorables a otros niños.
Tom estaba
orgulloso de Bill.
Fue cuando
cumplió doce que Bill lo entendió realmente. Le gustaba Tom.
Tom era el mejor
papá del mundo; lo era para Bill cuando, en lugar de reprenderlo por golpear a
otros niños le creía que lo había hecho en defensa propia; lo era cuando lo
dejaba quedarse hasta tarde porque al día siguiente no había escuela, lo era
cuando lo sacaba de paseo, le compraba helado y lo llevaba a donde él quería.
Tom era el mejor papá del mundo, porque Bill sabía que Tom haría cualquier cosa
por él.
Para Bill no era
un "haría cualquier cosa por mi hijo", para Bill era un "haría
cualquier cosa por ti". Tom era su mejor amigo. También era el hombre del
que se había enamorado.
Tom no entendió
por qué Bill dejó de llamarlo papá y comenzó a decirle Tom apenas cumplió
trece.
Tampoco entendió
la rebeldía repentina, el desobedecerlo, escaparse por la ventana y salir con
gente que, en palabras simples podía denominarse "mala". Bill lo era
todo para Tom, era esa la razón por la que se había dedicado a él en cuerpo y
alma; no había salido ni con la mitad de mujeres con las que le hubiera gustado
salir y dejó de hacerlo cuando su hijo comenzó a mirarlas realmente mal. A Bill
no le gustaba, entonces Tom no lo haría, aun cuando a sus veintisiete estaba
perfectamente en forma para conseguir una mujer que fuera buena para Bill.
Pero Bill nunca
le había pedido una mamá.
Bill no creyó que
su papá fuera capaz de castigarlo de verdad. No hacía las cosas porque quisiera
lastimarlo, sino porque sabía que Tom no lo entendería.
Su papá era su
mejor amigo, sin embargo, seguía siendo su papá; seguía siendo el hombre del
que estaba enamorado.
Cuando Bill se
escapó de casa y regresó en la madrugada, intentando trepar por el árbol que
daba a su ventana y torciéndose un tobillo en el proceso, gritando tan fuerte
que Tom se despertó y tuvo que correr hasta la ventana para no verlo caer, su
intención no había sido precisamente que su papá notara las condiciones en las
que había llegado: borracho, drogado y oliendo a colonia de hombre mayor. Sin
embargo, Tom lo notó, y Bill tuvo el impulso de gritarle que todo aquello había
sido su culpa, que él era como era porque Tom no había sabido impedir que se
enamorara de él. Quiso incluso echarle en cara que su mamá se hubiera marchado
porque, tal vez si ella se hubiera quedado él no se hubiera enamorado de su
propio padre. Aunque sabía que era mentira, que se habría enamorado de él e incluso hubiera odiado a su mamá.
Miró a Tom de
forma despectiva y le dijo cosas hirientes mientras este le ayudaba a ponerse
la pijama sin mirarlo, suspirando por lo bajo e intentando vendarle el tobillo
lastimado.
Cuando Bill había
llegado en condiciones deplorables a casa, su intención principal había sido
olvidar que en casa no tendría lo que quería porque no podía buscar lo que no
debía. Quizá tener una riña con su papá, donde pudiera gritarle hasta cansarse
y decirle que lo odiaba sin tener remordimientos porque decir "te odio"
era lo más parecido que podía hacer a decir "te amo". Pero no hubo
una riña, Tom no le gritó ni contestó a ninguno de sus insultos de adolescente
ebrio y malviajado, sino que simplemente lo dejó, con la pijama puesta y el
tobillo dañado en una posición cómoda antes de dirigirse a la puerta y, desde
ahí, mirarlo con sus ojos cargados de la más infinita tristeza y culpabilidad.
Y Bill sintió que
se ahogaba, cómo cada uno de sus insultos le golpeaba de regreso a la cara y se
echó a llorar como el niño pequeño intentando hacerse el grande que era desde
que descubrió que había cosas que le hacían olvidar parcialmente a Tom y
decidió tomarlas.
Tom era el mejor
papá del mundo, lo sabía desde que tenía siete, se lo había dicho a sí mismo
sin vacilación. Entonces no sabía que el "Yo amo a mi papá" se iría a
convertir en un "Estoy enamorado de Tom y él es mi padre".
Su padre volvió
sobre sus pasos y, con lagrimas en los ojos, lo rodeó entre sus brazos y se
quedó con él hasta que, golpeado por la incertidumbre y la culpabilidad de no
ser un buen padre, se quedó dormido. Un perdón tácito en el aire.
Bill besó a su
padre en los labios y con tal suavidad que el beso lució imaginario. No era
como los besos que le daba en la boca al dejarlo en el jardín de infantes; era
un beso cargado de anhelos y necesidades reprimidas.
Tom estaba
dormido, Bill lo sabía por su respiración profunda y pausada.
Tom estaba
dormido soñando que alguien lo besaba. Bill besaba a Tom y podía sentir como si
soñara. Se atrevió a mover la lengua sobre los labios de su papá, logrando que
entreabriera lo suficiente para pasar.
Algo fuera de él
le decía que debía estar mal, pero simplemente no lograba encontrar qué y ensamblarlo
donde debía.
La lengua de Tom
permanecía casi inerte, salvo por los ligeros movimientos que realizaba al
pasar saliva, en los que Bill gemía bajito para no despertarlo y ronroneaba de
gozo.
Tom se abrazó a
Bill. Estaba teniendo un sueño agradable y, aunque no sabía qué era puesto que
no lograba vislumbrar salvo colores y sensaciones agradables, sabía que Bill
estaba a su lado y quería tenerlo tan cerca como cuando era tan pequeño que
dormían los dos en el mismo espacio de la cama y Bill sólo balbuceaba; cuando
sabía que por la mañana tendría que cambiarle el pañal o levantarse a la mitad
de la noche a traer una mamila con leche tibia.
Cuando sintió la
enorme mano de su padre en su espalda baja, Bill se sobresaltó tanto que quiso
llorar y congeló sus movimientos sobre la boca de su padre, sus labios juntos
todavía; Tom lo presionó contra él en un abrazo tan familiar que Bill de verdad
comenzó a sollozar. Se sentía tan terrible y enfermo que aquella sensación le
supiera tan bien, lo suficientemente bien como para tener una erección contra
el muslo de su padre.
Metió la mano
bajo su ropa interior, presionando su miembro, apretando con toda la palma y
haciendo movimientos lentos; el calor de la cercanía le era suficiente y,
aunque quería con todas sus fuerzas frotarse contra aquella pierna, sabía que
esa sería la peor de las pesadillas de su padre.
Sollozó un poco
más fuerte cuando la palabra "padre" le atravesó; hacia tiempo que
había dejado de llamar "papá" a Tom, porque así se volvía un poco
menos real, aunque ahora estuviera ahí a su lado, abrazándolo con una devoción
imposible de encontrar en otro sitio que no fuera un padre y él sintiéndose
pequeño entre los menudos brazos, sus labios, su lengua, sus manos, todo él,
pequeño, en una dimensión que jamás podría completar.
El orgasmo le
llegó lento y largo entre llanto silencioso y gemidos opacados en labios que
jamás se despegaron. Fue silencioso, muy silencioso y, sin embargo no pudo
evitar que Tom frunciera las cejas y se desperezara. Bill se había separado
unos centímetros pero continuaba llorando y, antes de que Tom pudiera preguntar
el por qué, Bill volvió a salvar la distancia y juntar sus bocas con suavidad
pasmosa, en sus piernas los resquicios del éxtasis.
—Te amo, papá.
—En un "papá" que le salió ahogado y lágrimas que no se detenían, Tom
lo miró a los ojos y sintió que, desgraciadamente, podía entenderlo todo.
Estuve esperando este reto ansiosa, y decir que me encantó sería poco. Pero no sé, hiciste que me quedara con una sensación desagradable en el pecho... es que me dio tanta pena ):
ResponderEliminarBueno, si no contamos eso, fue perfecto. ^^
Un beso.
Me gusto muchisimo (: Gran redacción ni se noto la falta de dialogo ;)
ResponderEliminarEs un Fanfic realmente hermoso, pero te admito que el final es bastante triste. Te puedo decir que quiero llorar de lo triste que es imaginar el no poder tener lo que más se anhela y ama. Me gusta la forma en la que narraste la historia. :D
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