Categoría: fem!slash
Género: humor
Rating: MA
Advertencias: Uso de drogas, AU
Resumen: —¿Tu piel sabe a canela? Huele como si lo supiera.
—Y tú hueles a marihuana, sabes a marihuana...
El cuello de Anie no sabía a canela, sólo a sudor dulce, alguna especie de loción empalagosa que le llenaba las papilas haciendo que su lengua se paseara por todo su paladar antes de volver a salir a degustar, los suspiros intensificados en sus oídos y la piel de gallina sintiéndose rugosa contra la punta de sus dedos
—Son
muchos colores, Anie.
—Si
te malviajas tendremos que irnos, Pau; sólo relájate y deja ser a los colores.
Era
alguna especie de rojo que se convertía en rosa y pasaba a través de los
cabellos de la mayor, su bonito y ondulado cabello castaño, ¿era castaño? Como
negro o algún color oscuro, ¿quizá verde? Paulina rio con fuerza,
atragantándose por la gracia que le causaba el sonido de su propia risa ¡Sonaba
como un cerdito moribundo!
—Shh,
si nos escuchan no nos dejarán terminarnos el cigarro...
—Ya
se terminó —los labios de Anie se fruncían de una forma extraña y excitante
cuando los juntaba sobre sus dientes para hacer "shh", así que pensó
que si extendía su mano podría alcanzarlos y... ¿y qué? ¿Qué veía? ¿Por qué sus
dientes eran tan blancos? Brillaban demasiado y le nublaban la vista, sólo
cierra la boca, Anie.
—¡Claro
que no, maldición! Pagué un montón de euros por ese jodido cigarro y por mi tía
muerta que aún no se termina.
—Anie,
tú no tienes una tía muerta.
—¿No?
—No.
Sólo
cierra la boca, porque tus labios se ponen de pronto demasiado rojos y, ¿estás
sangrando? Creí que el periodo te había llegado la semana pasada... espera,
¿eres lesbiana?
—¿En
qué estás pensando?
—En
si eres gay...
—No
soy gay. ¿Por qué rayos estás pensando en que si soy gay?
—¿Quién
es gay?
—Tú
eres gay.
—Oh...
—bueno, de algún modo parecía tener sentido. ¿Sus ojos siempre habían sido así
de grandes? Como enoooormes chocolates con avellanas, de esos que le regalaba
su abuelo cuando venía a casa, en la misma caja en la que escondía los puros.
¿Algo se quemaba? —Está caliente.
—¿Qué
cosa?
—¿Qué
cosa qué?
—¿Qué?
—Dame
más de eso. Realmente es un porro muuuuuy largo. Tus dedos son muy largos,
ponlo en mi boca.
Anie
lo llevó a su boca y la dejó inhalar con fuerza hasta que comenzó a toser y las
dos rieron en siseos bajos. Estaban encerradas en el baño de la escuela y la
larga falda de Paulina, que debería llegar debajo de sus rodillas estaba
remangada sobre su regazo, dejando al descubierto la totalidad de sus piernas,
donde reposaba la mano que Anie había utilizado para inclinarse sobre ella y
llevar el cigarrillo blanco a su boca.
—Eres
suave.
—Estás
drogada. —Anie no dijo nada, porque era cierto; el chico que repartía el
periódico se acercaba a su escuela todos los días durante la hora de descaso y
envuelto en una edición especial cargaba una considerable cantidad de pasto. No
era la primera vez que le compraban, pero sí la primera vez que se escapaban de
matemáticas para ir a fumarlo juntas; se habían peleado a golpes con un par de
chicas de grados superiores y el labio de Poly estaba roto y sangrante, así que
Anie había sacado la droga para anestesiar el dolor de ambas a causa de los
golpes y rasguños después de enjuagarse en el sucio lavabo.
Las
luces parpadeaban y después brillaban demasiado, así que se volvió a colocar
los lentes que se había quitado cuando habían llegado a empujarla por atrás y
su compañera había respondido el golpe en su lugar después de recogerse el
cabello en una descuidada cola alta. El cabello de Anie era tan largo y tan
oscuro que parecía que fuera a extenderse y tragarlas a ambas —Woah, dile a tu cabello
que se calme.
—Está
calmado, pero si te pone más tranquila puedo hacerle una trenza. —Pero comenzó
a hacerla antes de que pudiera responderle. Ahora sería una gran serpiente
negra que intentaría devorarlas, pero Poly no la dejaría sin antes hacer algo
al respecto, así que se inclinó sobre la otra chica y le sujetó el cabello con
cuidado, para no hacer enojar a la serpiente, sus rostros separados por la
distancia del cigarrillo de marihuana en la boca de la mayor que la de lentes
le arrebató para llevar a su boca de nuevo y succionar despacio, sin prisas y
contener el aire antes de llevar su mano a su boca y conectarlas en un puente
por el que el viajó el humo blanco, como una nube desvaneciéndose después de
llover hasta que sus labios entraron en contacto, el puente dejado en el olvido
y el humo colándose por la comisura.
Ellas
habían estado peleadas por meses a causa de una estupidez, se llevaban bastante
bien y fue suficiente un rumor para hacerlas reñir y mantener distancia
prudente con indirectas agudas hasta que Anie enfermó y fue a parar al
hospital. Paulina se asustó, pero demasiado obstinada para admitirlo, fue a
hablar con Anie el primer día que regresó a la escuela, manos en los bolsillos
del uniforme deportivo y la mochila al hombro en señal de que estaba por irse a
casa y había interrumpido su camino para aclarar las cosas. La morena también
era orgullosa, pero no tenía ninguna razón para decirle que no.
—¿Tu
piel sabe a canela? Huele como si lo supiera.
—Y
tú hueles a marihuana, sabes a marihuana...
El
cuello de Anie no sabía a canela, sólo a sudor dulce, alguna especie de loción
empalagosa que le llenaba las papilas haciendo que su lengua se paseara por
todo su paladar antes de volver a salir a degustar, los suspiros intensificados
en sus oídos y la piel de gallina sintiéndose rugosa contra la punta de sus
dedos bajo la camisa de la otra chica, que se había desfajado en el anterior
forcejeo, el suéter olvidado sobre la tapa del inodoro.
Las
manos de Anie se paseaban por las blancas piernas de Paulina, subiendo hasta
sus muslos y apoderándose de sus caderas, sólo por el placer de sentir lo
anchas que eran, el mundo dando vueltas a su alrededor de una forma agradable y
el suave algodón de la ropa interior fundiéndose con sus huellas dactilares.
Se
habían liado a golpes precisamente porque a algunas de sus nuevas amigas no les
había agradado la reconciliación de su amistad; ni siquiera eran tan cercanas,
pero vivían en la misma dirección.
Anie
jaló con fuerza de sus muslos, haciendo que cayera de culo en el suelo del baño
de discapacitados, ¿por qué rayos había un baño para discapacitados si no había
ni un solo discapacitado en la escuela? La directora debía haber estado
drogada, ¿pero que no era ella la que estaba drogada? —Auch —Se quejó cuando
recordó que la acababan de arrojar al suelo y lanzó un sonido de apreciación
cuando Anie se posicionó entre sus piernas, la falda completamente levantada y
sus medias desarregladas, sus zapatos escolares estorbando y las manos puestas
sobre sus pechos, más para sostenerse que como una caricia pero igualmente
mandando escalofríos por toda su columna —Dijiste que no eras gay.
—¿Ah
sí?
—¿Sí?
—Sólo
cállate.
Paulina
quiso decirle que no, que se callara ella porque sus dientes brillaban y su
lengua se esponjaba tanto que podría usarla de almohada, así que se inclinó
para atraparla, pero como sus manos estaban atoradas debajo de su cuerpo sólo
presionó sus bocas de nuevo, colgándose de las caderas de la mayor cuando se
inclinó más sobre su cuerpo.
El
cabello de Paulina era corto, abultado y sin llegar a ser una melena, de un
color café muy claro y justo en ese momento sentía como si flotara alrededor de
su cabeza. El cigarrillo se había caído cerca del bote de basura.
Cuando
Anie logró que sus caderas conectaran, acomodándose de una forma extraña e
incómoda, rindiéndose y sentándose sobre las rodillas flexionadas de Paulina,
esta sacó su mano derecha y acarició en un movimiento largo sobre la ropa
interior negra, presionando despacio y tocándose a sí misma con los nudillos.
Gimió fuerte y se recorrió hacia atrás para poder apoyar la cabeza contra la
pared y hacer uso de su otra mano, jalando a la otra chica por el cuello y
riendo en su boca por el jadeo ahogado. Paulina no sentía las piernas y la
pared le lastimaba el cráneo, pero sólo podía encontrarse pensando en lo genial
que sería tener un pene y moviendo su mano con suavidad de arriba a abajo sobre
la húmeda tela de sus interiores.
¿Anie
la dejaría tener sexo con ella? ¿Los arcoíris eran parte de la marihuana o del
orgasmo? No recordaba haber visto tantos colores antes, y ante el pensamiento
de que esa yerba estaba adulterada se echó a reír con sus ojos fijos en los
hinchados labios de su compañera.
—Debería...
comprar un arma —le dijo Anie cuando se encontraban recuperando la respiración
—, así le enseñaría a ese hijo de puta que debe venderme cosas de buena
calidad.
Paulina
siguió riéndose hasta que se levantaron del suelo, salieron del cubículo para
lavarse las manos y se marcharon a casa, sosteniéndose de los hombros de Anie
con la excusa de que se había torcido la cadera, todo para poder hablarle más
cerca del oído.
Ok, LO AMO *-*
ResponderEliminarFue tan genial y me dejo una sensación de drogacion (?)que da escalofrios, me lo imagine todo y me dio mucha risa xDDD las dos, drogadas en un baño fkjsbfds
*-* me encantan tus gracias ¬w¬ 1313 jajajaja
OMG >WWWWWW<
Me hiciste la noche *-* <3 love u <3
Vibrante, divertido y jodidamente sensual. De una sensualidad que te deja mareada, algo ansiosa y con una sonrisa en los labios.
ResponderEliminarMe ha encantado, Lunita <3
Finalmente, ya cuando no tengo pendientes vengo a leer esto. Me dejó boquiabierta, incluso me adecué a cómo las describiste para poder apreciar el gender swap. El cambio, cómo cada una mantiene ese toque "rudo". Y no es lesbiana, no, porque le guste la otra y quiera hacer cosas con la otra no la hace gay (no es ironía, sino que es algo especial). Los toques de la marihuana, y cuando hicieron la iguana me encantó. Siempre quise escribir algo así, y bueno, me ganaste, pero te quedó increíble. Como todo se mexcla entre los pensamientos, los efectos del alucinógeno y demás *-* definitivamente recomendable, mi Luni bella. Felicidades.
ResponderEliminar