domingo, 8 de marzo de 2015

dead end {TH}

Pairing: Gustav/OC, Georg/Gustav
Categoría: het, gen
Género: drama
Rating: G
Resumen: Georg sabe. Lo sabe incluso antes de que le diga nada, así como sabe cuándo está molesto aunque diga que no, porque sabe leerlo por el tono de voz; ese peculiar timbre con el que pronuncia “Georg” dependiendo la ocasión. Así que cuando dice que lo ve en el desayuno, Georg sabe. Sólo sabe.
Música: Placebo - Brian Molko & Fiona Brice - West End Girls
Notas: Gustav se casó. Ya sé que son noticias viejas pero ayer estaba viendo algo o pensando en algo y me golpeó de pronto, la cantidad de posibilidades y por qué, en serio gente, por qué coño nadie está escribiendo las cantidades increíbles de angst que se pueden hacer con eso. Por. Qué. ¿¿¿???. Así que hice un pequeño drabble a ver si alguien despierta y me escribe algo decente.





Es como si Gustav hubiera estado esperando toda su vida por ese específico momento; la cara llena de sonrisas tímidas casi como la primera vez, los ojos cristalinos de lágrimas de incredulidad. Le tiembla la voz y le sudan las manos, el rojo del rostro expandiéndose hasta el cuello. Le luce bien porque se ha acomodado el cabello.

Se rehusó a comprar un traje caro pero gastó incontables cantidades en flores y comida. No va ni la mitad del día y Georg sabe que está exhausto, no porque tiene la boca tan seca que le cuesta pronunciar palabras simples, sino porque tiene los zapatos relucientes. Gustav no es de la clase de persona a la que le gustan los zapatos, cada vez que los usa los maltrata como para no volver a usarlos nunca, pero hoy los tiene limpios todo el tiempo y Georg le sonríe y lo complementa, porque han pasado tantos años juntos que Georg sabe ver el corazón de Gustav en bandeja sólo con mirarle los zapatos.

El día de su boda se para enfrente de las pocas personas que fueron invitadas, y está tan ansioso que murmura “acepto” entre dientes durante toda la ceremonia hasta que es momento de decirlo, y es como si hubiera estado esperando toda su vida por ese específico momento. Es la persona más hermosa que ha visto, Georg lo sabe porque le mira a los ojos con el deseo palpable de fundirse en su universo.

No lo planeó de la noche a la mañana, no se levantó un día pensando “le propondré matrimonio hoy durante el almuerzo”; cuando se arma con la decisión de decirlo y la seguridad de tener un sí por respuesta lo primero que hace es llamar a Georg e invitarlo a desayunar. Y Georg sabe. Lo sabe incluso antes de que le diga nada, así como sabe cuándo está molesto aunque diga que no, o cuando está en problemas, o aquella vez que acabó en el hospital y se le congeló la sangre al responder el teléfono, porque sabe leerlo por el tono de voz; ese peculiar timbre con el que pronuncia “Georg” dependiendo la ocasión. Así que cuando dice que lo ve en el desayuno, Georg sabe. Sólo sabe.

Está emocionado como un adolescente, y el día que por fin se atreve a preguntarlo come tantos panqueques que termina congestionado por dos días. Le dicen que sí y se pone tan borracho que canta los coros de todas sus canciones mientras compone un solo de batería en el aire. Georg lo mira, le da una palmada en el hombro, le dice felicidades y le hace compañía. Porque es lo que ellos hacen.

Esperó toda su vida por ese específico momento, como subir una escalera a ciegas sin tropezar porque la sabes de memoria y estás seguro de a dónde te lleva.
Es por eso que es su mejor amigo. Por la forma en que siempre ha estado tan seguro de sí mismo cuando dudaba cada paso. Como estar perdido en certidumbre. Sentado en una nube en tiempos de lluvia. Es por eso que es su mejor amigo. Un poco por eso y un poco porque Georg nunca supo cómo evitar ver el cielo caer lentamente sobre su cara. Le pesaba el corazón, pero siempre le han gustado las tormentas.
Gustav se casa y Georg sabe que es para siempre. Como terminar de leer un libro que te ha cambiado la vida y quedarse estancado en el final.

Se afloja la corbata y se queda hasta el final del baile. Él fue quien entregó los anillos, y para la media noche le quema la boca de tanto sonreír así que se fuma una cajetilla entera, aunque técnicamente él no fuma. Le pesa el corazón.
A Georg le pesa el corazón y se dice a sí mismo que es de felicidad, porque en el salón aún toca música, y él está sonriendo, y no es como si pudiera decir que en todo ese tiempo no lo estuvo esperando. Todo ese tiempo Georg estuvo esperando por ese momento, pero eso no le deja el corazón menos hecho pedazos.

1 comentario:

  1. ¿Puede haber algo más hermoso que este momento? ¿Y cómo se puede contar con tanta pasión y poesía? No tienes idea de cuánto extrañaba leer algo tuyo de este fandom, cariño. Sólo espero que no tardes tanto en volver a aparecer y que nos sigas regalando cosas tan bellas.

    *La abraza muy fuerte*

    Me alegro mucho de darte ese abrazo.

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