Categoría: slash
Género: humor, romance
Rating: T
Advertencias: crack!pairing
Resumen: No era la cama y la obscenidad, sino la luna, las estrellas, las luces tenues, el olor a anís.
Era su voz, sí, que se dejaba escuchar en jadeos irregulares. Su maldita sonrisa perversa y fácil.
Notas: No vean televisión, te incita a hacer este tipo de cosas. En respuesta a un reto que pidieron de Bill/Bosé, pero lo cierto es que ya lo estaba imaginando antes de que pusieran el reto. Lo que sea, hey, es retorcidamente buena pairing.
Cuando Bill decía
que sencillamente no podía creer algo era mucho decir, porque había pocas cosas
que impresionaran al menor de los gemelos Kaulitz. Curado de espantos estaba y aun
así no podía creer lo que miraba.
No estaba seguro
si lo que crecía en su pecho era admiración o una atracción mundana que se le
antojaba irremediable. Era verlo y saber que "le gustaba". Era
escucharlo y saber que "estaba perdido".
—Mmhum...
Tuvo que reírse,
porque el hombre era tan descarado que eso, sí, eso, era lo que había exclamado
cuando lo vio, y Bill no pudo contener la carcajada. Carcajada ante el escaneó
del hombre y la mirada que Tom le echó encima ante el atrevimiento.
Y mierda, mierda,
porque le dijo "Hola" y que se llamaba "Miguel de apellido
Bosé" y sí, Bill sabía quién era pero jamás imaginó tenerlo de cerca.
No entendía
tampoco por qué, o cómo era que su voz sonaba tan "así como sonaba"
en vivo y directo; así que tuvo que reírse de nuevo (carcajadas mentales por
cortesía y sonrisas indiscretas porque era imposible contenerlas).
Se sentía
estúpidamente seducido por un hombre mayor. Y le perturbaba no sentirse
perturbado sino complacido.
Tuvo también que
maldecir cuando se encontró a sí mismo admirando a aquel "señor" de
poco a poco.
—Muchacho —le
dijo en español —, siéntate conmigo —y aunque no le entendió fue la gravedad de
su voz, el acento que se arrastraba en la 's' y las palmadas en el sillón de
cuero de la recepción del hotel lo que lo llevó hasta donde se hallaba sentado
Miguel.
No hablaron
mucho, no porque no fueran capaces de comunicarse, sino porque prefirieron
mirarse fijamente luego de que su hermano chistara y se fuera a su habitación
entre murmullos de los que Miguel se mofó.
Era quizá el aire
bohemio que desprendía, ese tipo de cosas siempre habían llamado la atención de
Bill.
Eran quizá los
sonidos roncos y profundos que dejaba salir de vez en cuando, o tal vez que
desprendía un ligero y fresco olor a anís. Quiso pensar que la combinación de
todo fue lo que lo arrastró hasta la habitación del hombre después de tres
horas de no conversar. No, no podían haber sido sus gestos amanerados y la
forma en la que pretendía arrastrarlo descaradamente, no, debió ser la tenue
luz del recibidor del hotel o que Bill tenía una semana entera trabajando sin
parar a tener sexo... más sexo del indispensable.
No fue tampoco
que el hombre las mamara con todos sus años de experiencia, ni lo
increíblemente seductoras que resultaban las arrugas que se le formaban en la
frente al levantar las cejas porque, rayos, Bill también las tenía.
"El tiro por
la culata", literalmente, pensó.
Porque Bill no
era de los que se dejaba arrastrar tan sólo por la carne, no; aunque plenamente
pudiera decir que a este tío los años no le hacían gran cosa. Rayos, estaba
bien macizo.
No era que lo
elogiara en más de un idioma y a Bill se le subiera el ego hasta las nubes
mientras se dejaba tocar aquí y allá, sujetando partes desiguales con rudeza,
mirando cada gesto y grabando cada una de sus facciones, disfrutando aquellos
malditos gruñidos de satisfacción por no ser nada sutil.
No era la cama y
la obscenidad, sino la luna, las estrellas, las luces tenues, el olor a anís.
Era su voz, sí,
que se dejaba escuchar en jadeos irregulares. Su maldita sonrisa perversa y
fácil.
Porque cuando
llegaron a la cama y Bosé se dejó caer en cuatro, con sus movimientos
amanerados, no vio la naturalidad de sus gestos, aquella que estaba ahí por la
experiencia, Bill reparó en que el frufrú de las sábanas era una mezcla extraña
y seductora de melodías.
Que lo estuviera
haciendo con un hombre que pasaba los cincuenta, del que su barba le hacía
caricias entre besos (recordándole por qué se había dejado la suya), no era ni
por lo morboso ni por lo fácil, sino porque, recostado ya sobre la cama,
bocarriba y con compañía sólida a su lado, Bill no pudo dejar de pensar
"mierda, nos parecemos tanto".
Bill, así serás de viejo...okay no.
ResponderEliminar¡Me encantó! ¡Moon!, tú eres una de mis diosas de la escritura y más por ser mexicana *-*
En todos momentos me imagine a Miguel y no a Bill, de hecho me sentí Bill.
ResponderEliminarY esto fue lo que me mato: "Que lo estuviera haciendo con un hombre que pasaba los cincuenta, del que su barba le hacía caricias entre besos (recordándole por qué se había dejado la suya), no era ni por lo morboso ni por lo fácil, sino porque, recostado ya sobre la cama, bocarriba y con compañía sólida a su lado, Bill no pudo dejar de pensar "mierda, nos parecemos tanto". "
Nos parecemos tanto con Bosé~
Acabo de recordar que nunca putas comenté esto y, wow, te amo Moon *-*
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