sábado, 25 de mayo de 2013

Siempre para (o para siempre). {Tokio Hotel}

Pairing: Gustav/Georg
Categoría: slash
Género: drama
Rating: M
Resumen: Para siempre y tú eres el único que no ha podido permanecer ligado a la esperanza de un futuro permanente, que ha abandonado  lo que sabe que quería por estar demasiado asustado




 Te asusta el para siempre.

Los lentes se empañan por el vaho de tu boca dentro de la bufanda a causa del frío y tienes que quitártelos para limpiarlos aunque algo en ti sabe que preferirías seguir sin poder mirar al frente. Porque te asusta la eternidad.

No vas a la iglesia desde que tu abuela murió, y ya has olvidado la mitad de las oraciones. Como cuando tenías seis años, la letanía de las mujeres con rosario te impresiona de nuevo y sospechas que lo hará toda la vida. Entonces te preguntas de nuevo qué estás haciendo ahí y la voz gruesa del hombre mayor al frente responde por ti:

—Estamos aquí reunidos para unir en santo matrimonio…

La voz se extingue porque tú ya no quieres escucharla. Te asusta el para siempre y ahí, vistiendo un traje elegante, estás más aterrado que cuando aprendiste a andar en bicicleta a los siete años.

Como cuando los gemelos dijeron que querían morir juntos.

No eres tú quien se casa, pero para siempre es demasiado tiempo,  piensas.
Te ajustas los lentes de nuevo y el hombre de vestido deja de hablar para dar la palabra a una mujer anciana de cabellos rizados que lee el gran libro.

No eres tú quien se va a casar, y es quizá eso lo que más te aterra de ese para siempre. Que te va a marcar una línea que nunca te atreviste a cruzar, pero ahora sin la esperanza de poder pensar “quizá mañana” “se lo diré en navidad” “podré hacerlo cuando llegue a tal edad”.

—Usted, Georg Listing, ¿acepta a esta mujer por esposa para…

Para siempre es demasiado tiempo. Y demasiado tiempo es también el que tú esperaste.

—Si alguien se opone a esta unión, que hable ahora o…

Las personas se arremolinan en la entrada antes de que tú puedas siquiera pensar en decir alguna palabra, pronunciar el pequeño monosílabo que podría librarte del amor que nunca expresaste; la frase típica de las películas románticas que siempre salva el amor eterno de los protagonistas y de nuevo el para siempre te golpea la cara, la jodida eternidad a la que siempre le temiste y por la que siempre estuviste luchando en realidad. Piensas entonces, y sólo hasta entonces se te ocurre pensarlo, que todo este tiempo no fue el para siempre sino tu estúpida cobardía.
Para siempre y tú eres el único que no ha podido permanecer ligado a la esperanza de un futuro permanente; quieres pensar que es porque tu espíritu es cambiante, que no vale la pena permanecer del mismo modo durante tan tiempo, pero de inmediato te das cuenta que él vale la pena y tú eres un idiota, el más grande idiota del mundo, quizá; que aún no tienes la edad para eso, para tomar una decisión así de grande, pero intentas sólo engañarte y lo sabes, porque ya tienes veintisiete y eres tan sólo demasiado cobarde.

Te aterra el para siempre porque es el tiempo que queda para permanecer callado, y estás asustado porque sabes que tú y él, el para siempre y también el silencio fueron en realidad siempre los mejores amigos. Y los mejores amigos se quedan siempre para el final de los tiempos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario