Freiheit IX {Tokio Hotel}

Pairing: Bill/Tom
Categoría: slash
Género: angst, romance
Rating: T
Advertencias: travestismo, AU, chan, violencia, prostitución
Resumen: Libertad era su nombre cuando Tom le conoció.
Lucía tacones altos y sofisticados, el cabello largo y negro, suelto, enmarcando sus finas facciones. Aquellos ojos oscuros delineados y recubiertos por pestañas abundantes; una falda corta y una chaqueta de cuero. Sus labios rojos, su maquillaje intenso y el esmalte de uñas gris.
Su verdadero nombre era Bill; y le conoció una noche mientras transitaba por el parque del centro. Le coqueteaba con descaro, le contoneaba su respingado trasero, y le cobraba quinientos billetes.
Era prostituta...
Capítulos: I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII





Anis es un hombre bueno con un empleo malo.

Es así por lo menos como yo lo veo, aunque es posible que esté equivocado, como lo he estado desde siempre.

Nos encontramos hace dos días, aunque sería más correcto decir que él me encontró a mí. Porque tengo dos semanas y media vagando por las calles, sentado en escalones afuera de las tiendas pidiendo caridad a personas a las que nada les interesa.
Anis se interesó. Él no va a la iglesia, vende productos de dudosa procedencia y sustancias ilegales y gana mucho dinero en negocios que no existen a la vista de nadie, pero él se interesó por mí cuando me quedé petrificado frente a una tienda de comestibles, con las manos frías, el cabello sucio y la mirada perdida; no la mujer que salía de la iglesia con su hijo, ese que me miró y frunció la nariz, ni tampoco el hombre de corbata que salía de su oficina; no se interesó por mí la anciana de sombrero elegante y joyas caras, o la chica que hacía ejercicio temprano en la mañana, no, fue Anis quien se detuvo y me miró; fue él quien me sonrió y me preguntó si estaba hambriento, quien me dejó su abrigo porque era temprano y el sereno me había humedecido el cabello. Fue Anis quien me preguntó si tenía donde dormir y quien me invitó a su casa cuando le dije que no.

Tampoco tenía nada que perder, porque si ya había perdido hasta mi virginidad, nada podía ser un precio alto si a cambio me ayudaba a ser libre. Cualquier cosa que él pidiera se la daría si con eso podía llegar a mi libertad, si así podía pertenecerme a mí mismo.

Un hombre no puede ser libre hasta que cumpla sus sueños, y para poder hacer eso necesitaba sueños primero. ¿Qué podía desear? ¿Qué podía pedir yo? En realidad no tenía la esperanza de obtener nada, y si Anis podía ofrecerme algo, lo que fuera, no tenía la intención de decirle que no.

Y si me ofrecía trabajar para él, yo haría lo que fuera.