Categoría: fem!slash
Género: romance, drama, humor
Rating: T
Advertencias: AU, gender swap, twc
Resumen: Agus no es una chica como las demás y eso a Georgie no le importa. No hasta que entiende cómo aplican los "pequeños oscuros secretos"
—Me gustan los griegos, son muy homosexuales.
Le dijo Tomie a Agus a la mitad de la clase de ética; su profesor se empeñaba en dirigir a las clases a un campo filosófico y hablaba de los griegos en un estado puro que excedía la poca decencia que en realidad tenían. Era una retorcida forma de ver ética, ambas concordaban en ello.
Agus conoció a Tomie el periodo anterior a conocer a Georgie.
De algún modo, Tomie se las había arreglado para adelantar literatura, filosofía y ética y habían quedado asignadas en el mismo salón. La conoció un jueves de lluvia en el que entró con cara de fastidio, bastante empapada y refunfuñando maldiciones porque la lluvia le había mojado las rastas.
Sería mentir decir que Agus no la había mirado de pies a cabeza hasta aprenderse la última de sus facciones. Tomie era bonita. Bonita, divertida, inteligente, astuta y con ese deje de timidez que ocultaba tras conversaciones descaradas sobre cualquier cosa. La mitad de todo lo que Tomie decía era descarado.
Fue la tercera semana de iniciadas las clases que se dirigieron la palabra.
Agus siempre era la última en salir del aula, porque era la chica extraña, así que no muchos le hacían compañía. Tomie se quedó ese día, después de despedirse entre bromas de sus pocas amigas y la gran cantidad de chicos que la acechaban entre bromas poco femeninas, y se acercó a ella mientras terminaba de guardar sus libros, lentamente. La rubia le miró por el rabillo del ojo, sólo de soslayo mientras dudaba si hablar o fingir que no se estaban acercando porque, ¿qué podía tener que decirle a ella Tomie Kaulitz, la chica más llamativa de toda la clase? Sin embargo y con todo, Tomie llegó hasta ella y le dijo un corto y bajito “hola” antes de sentarse en la silla que se ubicaba detrás de la suya.
—Te he visto dibujar… lo haces bien.
—¿Bien? —¿Y aquello era todo lo que tenía que decirle? ¿Qué le gustaba como dibujaba? —Considero que lo hago mejor que eso, pero está bien si no pudiste encontrar otro adjetivo.
Contrario a lo que Agus pensó, Tomie pareció cohibida de verdad, un poco azorada y abochornada.
—Err… lamento si te pareció despectivo. Me gusta mucho cómo dibujas; es decir, yo dibujo también pero no estoy aún a tu nivel, sólo… me dedico a hacer réplicas, no originales que no sean graffiti todavía.
—¿Réplicas?
—Sí, tú sabes, personajes ya hechos por los mangakas, no fanarts originales, mucho menos doujinshis.
Agus alzó las cejas y le miró fijamente aunque Tomie le rehuía. Había dicho lo que creía que había dicho y para ella pasó de ser una farsante social a una otaku de clóset.
—Prefiero el fanfiction, pero es más difícil escribir que dibujar mientras los profesores hablan sin tregua —e intentó ser más cordial, en vista de que Tomie no se atrevía a dejar la timidez de lado.
—No he encontrado aún el fandom predilecto pero, si me pasas algunos de tus fics podría leerlos…
—Entonces espero que no estés acostumbrada al hetero porque es lo que menos hago —aquello le salió de forma tan espontánea y repentina que tuvo que contenerse para no patearse por ello. Aun entre otakus, aquellos temas podían no sentar muy bien para otros y definirte para siempre en casillas de donde jamás salías una vez que lo habías soltado y la otra persona no se lo tomaba bien. Tensó la mandíbula y esperó por la típica reacción: mirada de asco y burlas sin fundamentos o críticas estúpidas llenas de prejuicios, pero no llegaron. Contrario a todo, Tomie le sostuvo la mirada por primera vez, con un brillo esperanzador y una pequeña sonrisa boba antes de pronunciar palabras que le supieron casi mágicas.
—¿Yaoi o slash?
—Ambos. Yuri y femslash también.
—¿¡De verdad!? —y por primera vez, Tomie, con aquella exclamación exagerada, le supo natural.
Tomie había caído en la fascinación de todo lo japonés por culpa de la música; los japoneses le sabían a grandes rockeros y sus estilos tan frescos, únicos e inigualables que no había podido mas que indagar hasta quedar satisfecha; pero mientras más miraba, más quería saber. Entonces su amor por la guitarra le llevó hasta Miyavi, único en su estilo, ella así lo veía aunque muchos dijeran que era sólo otro visual kei. Miyavi se convirtió en su debilidad y más fuerte fascinación (Agus se inclinaba más por la música estilo Malice Mizer, Dir en Gray e incluso Gazette, pero de algún modo concordaba con que la habilidad multifacética de Miyavi era única). Fue después que Tomie, en busca de material de su nueva fascinación había llegado hasta un manga de temática shonen ai. De ahí, en cuestión teórica no le quedó mucho camino que asimilar, una vez enterada de que en el manga y el anime podía encontrar cualquier tipo de fetiche cumplido, el camino por recorrer aún era largo, muy largo, y no paró hasta saber todo de lo que tenía que estar esencialmente enterada.
Su conversación se extendió; donde Tomie no paraba de contar su travesía y Agus no hablaba salvo para responder preguntas y aclarar puntos erróneos. No sabía cuál de las dos estaba más fascinada, si ella por haber descubierto que la chica cotizada estaba “en el lado oscuro” o su compañera con semejante euforia transpirando por todos sus poros. Fuera cual fuese, la conversación se alargó tanto que Tomie maldijo fuerte y bruscamente cuando miró su reloj y se dio cuenta que tenían ahí más de dos horas.
—Billie me va a matar por hacerla esperar —y Agus no pudo terminar de entender cuál era el drama de la hora cuando Tomie ya había salido corriendo, dejándola anonadada y con una despedida rápida y arrebatada, beso en la mejilla incluido y un “me agradas, deberíamos salir después de clases un día” flotando en el aire.
A ella también le agradaba, quizá más de lo adecuado cuando el viernes de la siguiente semana Tomie se acercó al final de las clases y le invitó por un helado; Agus tuvo que cambiar definitivamente el “agradar” por un claro e irrefutable “gustar”.
De nuevo la despedida fue repentina y aunque poco menos apresurada que la pasada ocasión, sí bastante rápida y con Billie de por medio. Agus no se veía con el derecho de preguntar quién era Billie; una parte de ella incluso le decía que probablemente no quería saber.
Tomie no le dirigía la palabra durante clases, pero la encontró mirándole en más de una ocasión, y desviando la mirada cuando se veía descubierta.
Agus sabía de Tomie dos cosas que no habían sido verbalizadas: que estaba pasando por la etapa de descubrimiento sexual y su fuerte necesidad de experimentar, que reprimía hasta el cansancio y, cuando se cansaba demasiado, miraba a sus compañeras con lascivia.
Ella aún no había salido de la etapa de experimentación, pero sabía que era mucho más segura de sí que Tomie.
Por eso, dos semanas antes de que el semestre terminara, mientras hablaba atropelladamente como siempre, se acercó tanto que hizo que se callara antes de siquiera tocarla y tragara grueso antes de preguntarle qué hacía y besarla despacio sin responderle. Tomie no se retiró aunque ahogó un jadeo de sorpresa y contuvo la respiración mientras apretaba los ojos con fuerza. Cuando se separó, Tomie mantenía los ojos cerrados, como queriendo asimilar la situación, pasando tentativamente la lengua sobre sus labios.
—¿Por qué lo hiciste?
—¿Por qué no te negaste? Sólo me apetecía., ya que no me dejas mucho que decir, quería usar la boca para algo.
De algún modo que no terminó de asimilar, Tomie sonrió antes de ponerse de pie y decirle que debía irse.
No mencionó a Billie aquella vez.
La ocasión siguiente a esa fue Tomie quien le besó. Fue torpe y apenas un contacto que más que desconcertarla sólo alcanzó para hacerle darse cuenta que acababa de ser besada.
Agus no buscaba una relación y Tomie estaba experimentando, ella sólo le había proporcionado una libertad que sabía que estaba buscando.
Tomie le tocaba curiosa los pechos y ella le acariciaba los muslos mientras se besaban, fue todo lo lejos que cualquiera de las dos se decidió llegar, porque estaban completamente conscientes de la situación en la que se encontraban y que, con todo, su amistad era efímera y se basaba en que no había con quien más compartir intereses en común. Como saber que no eres completamente incomprendida y hay alguien ahí para desahogarte cuando necesites sacar toda esa euforia contenida.
Cuando las vacaciones comenzaron se llamaban ocasionalmente y se vieron dos o tres veces, pero no se volvieron a tocar. Supuso que la experimentación había terminado.
Sus conversaciones no habían cambiado mucho en realidad, y aunque se habían vuelto más amplias, también se hicieron menos frecuentes cuando entraron a clases de nuevo, Agus conoció a Georgie y las materias que tomaba con Tomie se redujeron a una (en la que no hablaban salvo que fuera estrictamente necesario, y no porque se estuvieran evadiendo. Donde también Agus se sentaba junto a Georgie).
Tomie sabía de Agus muchas cosas que otros no; fetiches que no soltaba así como así y gustos que jamás exteriorizaba, pero que había revelado a Tomie para ayudarle en su fase de autodescubrimiento, y porque, de algún modo, las charlas los hacían relucir.
Georgie se encontraba ahora en la vida de Agus en una delgada línea emocional que no se atrevía a aflojar ni tensar más; por eso cortó la plática cuando Tomie se acercó a invitarlas a la fiesta. Y no porque desconfiara de ella, sino porque sabía de su poco tacto social.
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