Categoría: slash
Género: angst, romance
Rating: T
Advertencias: travestismo, AU, chan, violencia, prostitución
Resumen: Libertad era su nombre cuando Tom le conoció.
Lucía tacones altos y sofisticados, el cabello largo y negro, suelto, enmarcando sus finas facciones. Aquellos ojos oscuros delineados y recubiertos por pestañas abundantes; una falda corta y una chaqueta de cuero. Sus labios rojos, su maquillaje intenso y el esmalte de uñas gris.
Su verdadero nombre era Bill; y le conoció una noche mientras transitaba por el parque del centro. Le coqueteaba con descaro, le contoneaba su respingado trasero, y le cobraba quinientos billetes.
Era prostituta...
Capítulos: I, II, III, IV, V, VI,
Me pregunto si
Andreas era virgen antes de mí.
Francamente lo
dudo. No me atrevo a preguntar y tampoco encuentro un motivo válido para
hacerlo, salvo saciar mi curiosidad pero, sea como sea, creo que ni siquiera es
necesario preguntar cuando algo me dice que la respuesta sería un rebuscado no.
Y aun si él lo fuera o no, ¿qué tanto puede importar que yo sí lo haya sido?
Ahora, por lo menos, ya no tiene importancia alguna.
Ayer se disculpó
conmigo. Me dejó una nota antes de ir a la escuela, pidiendo perdón por
gritarme y prometiendo que regresaría lo más pronto posible del trabajo para
pasar un rato conmigo; sólo él y yo, y quizá alguna mala película americana. El
desayuno estaba hecho cuando yo desperté, aproximadamente al mediodía; no
recuerdo la última vez que desperté tan tarde…
Para cuando
Andreas regresó yo había limpiado la cocina, tomado una ducha y me había puesto
ropa de dormir para sentarme cómodamente en el sillón a leer una revista. Él
entró a la casa y me sonrió de aquella forma linda y agradable en que lo hacía
cuando nos conocimos.
Me he estado
preguntando cuándo fue que me convertí en la persona que entiende. Cuándo me
transformé en aquel que tiene que ser comprensivo y afable; aquel que debe
asentir y ceder porque no queda de otra.
Tanto tiempo que
no nos besábamos de verdad… esta vez ni siquiera preguntó si yo quería
continuar; no me vio, yo no lo vi a él y simplemente nos dejamos llevar. Por un
momento sentí que ni siquiera nos conocíamos.
Desperté por la
madrugada y Andy seguía durmiendo como una piedra. Lucía satisfecho. A mí me
dolía el trasero y la cadera, y las piernas, y la espalda… creo que tener sexo
es la cosa más rara y estúpida que he hecho. Ni siquiera es tan genial como la
televisión y las revistas dicen.
El ano, en definitiva
no está hecho para que le metan nada. Pero Andreas realmente parece feliz, así
que no me ha quedado más que sonreír y decirle que estoy bien. Me ha prometido
que el dolor no durará mucho y como no me queda más que creerle, me limito a
esperar que mi cadera no se separe cuando intento caminar.
+--+
Ayer vi un
colibrí en mi ventana…
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