Categoría: Hetero
Género: romance
Rating: K+
Advertencias: Gender swap, AU
Resumen: A Georg le gustaba lo poco convencional.Había una sola persona que sabía respecto a ello, y esa era Agus.
Notas: Serie de viñetas. ¡Agus al poder!
A Georg le
gustaba el sexo poco convencional.
Había una sola
persona que sabía respecto a ello, y esa era Agus.
Seis años atrás,
cuando su relación había comenzado, ninguno de ellos había pensado en ningún
momento en absolutamente nada relacionado al sexo. No hasta que, pasados seis
meses, se habían encontrado besándose en el sillón de la sala del departamento
de Agus y a punto de perder la cordura.
Su relación
comenzó una tarde de otoño, cuando Agus le dijo a Georg que era un tarado
después de que éste se rió de ella luego de caerse de un columpio porque, al
intentar saltar desde la altura a la que iba, Georg había decidió jalar una de
las cadenas y hacerle perder el equilibrio. Después de eso, ella le jaló del
pie hasta que terminó en el piso; cuando los dos estuvieron completamente
cubiertos de tierra y Agus podía sentir restos del césped maltratado dentro de
su sostén, Georg la empujó hasta dejarla inmóvil y besarla de forma fugaz en
los labios, sonreír y decirle que le gustaba de una manera retorcida en la que
ninguna chica le había gustado nunca. Agus estornudó en su cara por culpa del
polvo en su nariz y fueron a comer un helado.
Durante los
siguientes tres días a ese encuentro furtivo en el sillón, Agus se había
mantenido mortalmente seria. Georg se preocupó cuando el tercer día iba por la
mitad. Las dudas acechaban su cabeza, la principal de ellas era no saber si era
él el causante o no; en realidad no quería creer que fuera él. Después se
sintió culpable de forma irremediable. Pensó también, que quizá se había
propasado y Agus se encontraba molesta.
A la mañana del
cuarto día, Agus llegó a casa de Georg e irrumpió en su habitación sin
anunciarse demasiado; una vez que estuvieron frente a frente y Georg había
logrado tragarse su expresión de horror mezclado con pánico, tuvo que
suplantarla por una de sorpresa e incredulidad cuando su novia le dijo de forma
directa y con nada de tacto "Quiero tener sexo contigo".
La primera opción
de Georg había sido seguir el impulso natural de soltar una carcajada, pero
tuvo que atragantarse con ella cuando notó que, de ningún modo, Agus se
encontraba bromeando.
Quiso entonces
arrojarse por la ventana. Estaba acorralado entre la pared y una novia que le
hablaba de tener relaciones y convertir su relación en algo más allá del
"somos novios".
No es que a Georg
le causara algún problema tener una relación completamente seria y más allá de
lo formal; eso no representaba para él ningún inconveniente, porque realmente
amaba a aquella mujer. Su verdadero problema era el sexo en sí.
"Tengo
fetiches muy raros, Gusi" Eso le había dicho y quiso que la tierra se lo
tragara cuando ella frunció el entrecejo; porque no eran cosas de las que él
estuviera orgulloso, ni tampoco algo de lo que pudiera hablar mientras tomaba
el té de la tarde. Agus se limitó a decir que le importaba menos que una mierda
el tipo de cosas guarras que a él le gustara hacer, ella simplemente quería
perder la virginidad con él.
A Georg le
gustaba el sexo poco convencional. Agus lo había descubierto entre manos
temblorosas, ropa que desaparecía y una ternura desbordante que no parecía dar
paso a ningún espeluznante o perturbador fetiche del que Georg pudiera hablar.
Lo había
descubierto en su cuerpo desnudo apresado contra el colchón y músculos tensos;
sudor, un par de lágrimas y palabras dulces. Manos grandes que recorrían de
ella cada rincón y papilas que no se cansaban de saborearla. Sus pechos se
hincharon y Agus realmente sintió que aquellas habían sido las dos horas más
largas y satisfactorias de su vida. No se había sorprendido ni la mitad de lo
que Georg esperaba que lo hiciera cuando en un arranque se tumbó bocabajo y le
rogó que lo penetrara con sus dedos.
Agus no estaba
especialmente impactada y, aunque por un minuto tuvo el impulso de reír, logró
contenerse con una sonrisa que su novio, cara a la almohada, ni siquiera
percibió.
La mañana
siguiente Agus estaba dolorida y Georg le besó la frente antes de levantarse y
preparar el desayuno.
A Georg le
gustaba el sexo poco convencional y no tanto. Pero también le gustaba mirar a
Agus cuando salía de la ducha, con descaro y completamente desnuda a buscar una
toalla, que colocaba varonilmente en sus hombros después de secar su cabello y
disponerse a elegir su ropa.
También le
gustaban sus suaves, redondos y pequeños pero nada despreciables pechos; sus
caderas firmes y anchas y sus manos poco suaves.
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