lunes, 29 de octubre de 2012

Poco convencional. {Tokio Hotel}

Pairing: Gerog/Gustav
Categoría: Hetero
Género: romance
Rating: K+
Advertencias: Gender swap, AU 
Resumen: A Georg le gustaba lo poco convencional.Había una sola persona que sabía respecto a ello, y esa era Agus.
Notas: Serie de viñetas. ¡Agus al poder!





A Georg le gustaba el sexo poco convencional.
Había una sola persona que sabía respecto a ello, y esa era Agus.
Seis años atrás, cuando su relación había comenzado, ninguno de ellos había pensado en ningún momento en absolutamente nada relacionado al sexo. No hasta que, pasados seis meses, se habían encontrado besándose en el sillón de la sala del departamento de Agus y a punto de perder la cordura.
Su relación comenzó una tarde de otoño, cuando Agus le dijo a Georg que era un tarado después de que éste se rió de ella luego de caerse de un columpio porque, al intentar saltar desde la altura a la que iba, Georg había decidió jalar una de las cadenas y hacerle perder el equilibrio. Después de eso, ella le jaló del pie hasta que terminó en el piso; cuando los dos estuvieron completamente cubiertos de tierra y Agus podía sentir restos del césped maltratado dentro de su sostén, Georg la empujó hasta dejarla inmóvil y besarla de forma fugaz en los labios, sonreír y decirle que le gustaba de una manera retorcida en la que ninguna chica le había gustado nunca. Agus estornudó en su cara por culpa del polvo en su nariz y fueron a comer un helado.

Durante los siguientes tres días a ese encuentro furtivo en el sillón, Agus se había mantenido mortalmente seria. Georg se preocupó cuando el tercer día iba por la mitad. Las dudas acechaban su cabeza, la principal de ellas era no saber si era él el causante o no; en realidad no quería creer que fuera él. Después se sintió culpable de forma irremediable. Pensó también, que quizá se había propasado y Agus se encontraba molesta.
A la mañana del cuarto día, Agus llegó a casa de Georg e irrumpió en su habitación sin anunciarse demasiado; una vez que estuvieron frente a frente y Georg había logrado tragarse su expresión de horror mezclado con pánico, tuvo que suplantarla por una de sorpresa e incredulidad cuando su novia le dijo de forma directa y con nada de tacto "Quiero tener sexo contigo".

La primera opción de Georg había sido seguir el impulso natural de soltar una carcajada, pero tuvo que atragantarse con ella cuando notó que, de ningún modo, Agus se encontraba bromeando.
Quiso entonces arrojarse por la ventana. Estaba acorralado entre la pared y una novia que le hablaba de tener relaciones y convertir su relación en algo más allá del "somos novios".
No es que a Georg le causara algún problema tener una relación completamente seria y más allá de lo formal; eso no representaba para él ningún inconveniente, porque realmente amaba a aquella mujer. Su verdadero problema era el sexo en sí.

"Tengo fetiches muy raros, Gusi" Eso le había dicho y quiso que la tierra se lo tragara cuando ella frunció el entrecejo; porque no eran cosas de las que él estuviera orgulloso, ni tampoco algo de lo que pudiera hablar mientras tomaba el té de la tarde. Agus se limitó a decir que le importaba menos que una mierda el tipo de cosas guarras que a él le gustara hacer, ella simplemente quería perder la virginidad con él.

A Georg le gustaba el sexo poco convencional. Agus lo había descubierto entre manos temblorosas, ropa que desaparecía y una ternura desbordante que no parecía dar paso a ningún espeluznante o perturbador fetiche del que Georg pudiera hablar.
Lo había descubierto en su cuerpo desnudo apresado contra el colchón y músculos tensos; sudor, un par de lágrimas y palabras dulces. Manos grandes que recorrían de ella cada rincón y papilas que no se cansaban de saborearla. Sus pechos se hincharon y Agus realmente sintió que aquellas habían sido las dos horas más largas y satisfactorias de su vida. No se había sorprendido ni la mitad de lo que Georg esperaba que lo hiciera cuando en un arranque se tumbó bocabajo y le rogó que lo penetrara con sus dedos.
Agus no estaba especialmente impactada y, aunque por un minuto tuvo el impulso de reír, logró contenerse con una sonrisa que su novio, cara a la almohada, ni siquiera percibió.

La mañana siguiente Agus estaba dolorida y Georg le besó la frente antes de levantarse y preparar el desayuno.

A Georg le gustaba el sexo poco convencional y no tanto. Pero también le gustaba mirar a Agus cuando salía de la ducha, con descaro y completamente desnuda a buscar una toalla, que colocaba varonilmente en sus hombros después de secar su cabello y disponerse a elegir su ropa.
También le gustaban sus suaves, redondos y pequeños pero nada despreciables pechos; sus caderas firmes y anchas y sus manos poco suaves.

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