Categoría: slash
Género: humor
Rating: MA
Advertencias: twc, trío, drogas, voyerismo
Resumen: Cuando los Kaulitz han decidido que quieren algo, entonces harán de todo para lograr conseguirlo.
Sobretodo si se trata de Georg.
Notas: En lo profundo de mi ser, sé que hay algo turbio entre estos tres.
Bill y Tom tienen
un problema. O sería un problema si ellos no fuesen la clase de hermanos que
son.
A ellos les gusta
la misma persona. Esa persona es Georg.
El día que Georg
se unió a la banda, Bill y Tom supieron que nada sería igual; una imperiosa
necesidad de pasar el tiempo con él se apoderó de ambos.
Georg era un
chico interesante, porque era el mayor y sabía muchas cosas más que ellos, iba
en un grado superior y conocía más personas, no tenía nada de raro que
quisieran pasar tiempo con él, porque les parecía interesante. Porque era
diferente; el cabello de Georg era castaño, el de ellos era rubio. Sus ojos
eran verdes, los de ellos no, y eso era diferente. A ellos les gustaban las
cosas diferentes.
Por eso Georg era
especial.
Georg era
divertido, interesante y diferente. Por eso Bill y Tom querían que siempre
estuviera a su lado.
Cuando se
sentaban, Georg debía ir en medio para que ambos pudieran estar cerca. Las
horas de ensayo de la banda se incrementaron para pasar más tiempo con él. Los
gemelos pedían con mucha más frecuencia a su mamá poder hacer fiestas de
pijamas, donde Georg era el invitado primordial (y muchas veces, el único).
En algún momento
Bill se dio cuenta que, además de divertido, interesante y diferente, Georg era
bastante atractivo. Tom también lo notó; y notó que su hermano lo había notado.
Cuando cumplieron
dieciséis, el cabello de Georg se había vuelto más largo e increíble; detalle
que no le pasó desapercibido a ninguno de los dos.
También Gustav se
había convertido en el mejor amigo de Georg; ya que ellos eran hermanos, y
estaban siempre juntos, los otros dos integrantes de la banda habían hecho un
lazo que parecía irrompible.
Era lógico, lo
sabían; pero no les gustaba.
El hecho de que
ahora Gustav y Georg pasaban demasiado tiempo juntos, solos, también era un
detalle que notaron con completo fastidio.
Gustav era un
obstáculo. Un obstáculo que había que
quitar del camino sin importar el qué, pero sin que nadie se diera cuenta.
Por sobre todas
las cosas: Georg no debía enterarse.
Fue por
ello que, como buenos hermanos, apoyándose mutuamente, compartiendo ideales,
con una meta en común, un objetivo decidido y un plan, se enfrascaron en un
juego demasiado obvio, pero que pretendía ser discreto a indiscreción. Porque
Georg no debía enterarse, que le estaba coqueteando con total descaro.
Gustav no era
estúpido. Fue por eso que, sabiendo que no podría contra dos obstinados, que el
asunto resultaba gracioso y que, lo más probable fuese que no lograran nada con
su amigo; se mantuvo al margen de la situación. Cuidando a Georg en la sombra
porque, dudando o no que lograrían algo, no podía arriesgar a su mejor amigo
sabiendo que, una vez que los Kaulitz habían decidido algo, no paraban hasta
conseguirlo.
Fuese cual fuese
su verdadera meta, Georg debía tener cuidado.
Ignorando todo
intento de los gemelos por separarlos de forma definitiva; un día como
cualquier otro, Gustav fue brutalmente acorralado. “Juegos de gemelos” se
mentalizó. Él también debía tener cuidado, y quizá más que Georg, ya que el
ataque había sido directo y demasiado discreto, lo que conllevaba seriedad
extra.
– Gustav,
hablemos claro. – le había sentenciado el menor una vez que se pusieron
‘cómodos’ con la tensión alrededor. – Georg nos gusta y lo queremos para
nosotros. Aléjate de él.
Y aquello iba
malditamente en serio.
Sabiendo que
tratar de confundirlos por lo que significaba compartir a quien te gusta, no
iba a funcionar, y que, por más que tratara el concepto de posesión que tenían,
sobre una persona, aunque era incorrecto, no lo iban a cambiar; a Gustav no le
quedó más remedio que hacerles entender que no era él, el mejor amigo de Georg
(haciendo énfasis en “amigo”), el que estaba en su camino, sino la propia
estupidez de Georg, y algo llamado heterosexualidad fijada ‘de forma natural’
sobre un hombre.
Georg era un
hombre. Ellos igual.
Para ellos ese
era un detalle poco significativo, pero no sólo la estupidez de Georg era un
obstáculo; la suya propia se había convertido en uno por no notar desde el
principio que, ese detalle, para Georg no sería insignificante. Y ahora la
heterosexualidad de Georg lo era también.
Y, para sorpresa
de Gustav, en lugar de ceder ante lo evidente, los gemelos tomaron una decisión
que era más bien drástica: Georg no se debía enterar “que tan heterosexual”
era.
Como tampoco se
debía enterar de sus planes.
Georg no debía
enterarse de nada.
Por eso Gustav
debía mantener la boca cerrada. Y, en todo caso, si se emprendía en la tarea de
intervenir, debía ser a favor de la mayoría como en una democracia. Y la
mayoría eran y siempre serían: Bill y Tom.
Repentinamente,
Gustav se volvió un chico aún más callado. Georg lo había notado, pero mientras
sus conversaciones no sufrieran cambio, él no pretendía importunar a su amigo
con preguntas incómodas. Porque si Gustav quisiera decirle algo, se lo diría
directamente.
Así fue que,
aunque ahora mantenía una distancia que rayaba a parecer prudente, Georg
decidió que, fuese lo que fuese, el rubio Shäfer era su mejor amigo, y eso no
cambiaría por nada.
Así los gemelos
siguieron en su plan de seducción, que evolucionó a tomar roles predeterminados
para poder atacar con mayor facilidad, y mayores posibilidades de triunfo.
Tom se volvería
el segundo mejor amigo de Georg, y Bill coquetearía de forma ‘inocente’.
Georg no debía
enterarse de las miradas obvias que Bill le mandaba; ni que, obviamente, Tom
aprovechaba de más la cercanía que Georg comenzaba a brindarle cada vez más con
una confianza demasiado despreocupada.
Gustav estaba
angustiado, pero no dijo nada. Georg no se debía enterar.
Entonces los
acordes se movieron a dueto en los conciertos, y a los gemelos les fallaron los
celos. Tom estaba demasiado cerca, y Bill no había logrado ningún progreso
significativo. Por eso, de ahora en adelante, Tom debía aceptar una tregua de
distancia.
Compartir era
algo que los gemelos habían aprendido a hacer a la perfección, cuando implicaba
que fuese el uno con el otro; nunca terceros. Sin embargo, debían mantener un
equilibrio. Porque a Bill no le molestaba que Tom pasara tiempo con Georg; pero
Georg era para los dos.
Así, una vez
recobrado el balance ideal, Tom se encargó de hacerle notar, en mayor cantidad,
la presencia de Bill. Y cuando Georg miraba a Bill, este estaba listo a sonreír
con dulzura, a lanzar miradas profundas, a decir cosas que Georg llegó a
considerar un poco “extrañas”, pero que nunca refutó.
Porque Bill era
su amigo, y el hermano de Tom.
Entonces las
miradas, los roces, las palabras, las indirectas y las directas, se
convirtieron en el pan de cada día para Georg; que les seguía lo que él
consideraba como un juego, de una forma que ellos consideraban, parecía
bastante favorable.
Porque Georg les
miraba de vuelta, respondía a las indirectas completamente directas, de una
forma sutil. Porque no rechazaba los roces, ni las invitaciones.
Era fuego a
discreción, y el enemigo no parecía tener siquiera una miserable valla.
Claro que no era
un fuego para nada discreto. Pero eso tan sólo Gustav lo notaba, porque Georg
no debía enterarse.
Mucho menos
porque era apenas la primera fase de un plan que llevaría bastante tiempo.
Asdfghjkl, estoy flipando con esta joya que has escrito *-* Me gusta bastante la idea y además tu forma de narrar es bastante precisa y directa. Bill y Tom compartiendo a Georg, ya quiero leer lo que continua, sin más, me paso a la siguiente parte.
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