lunes, 29 de octubre de 2012

Poco convencional. III {Tokio Hotel}

Pairing: Gerog/Gustav
Categoría: Hetero
Género: romance
Rating: K+
Advertencias: Gender swap, AU
Resumen: A Georg le gustaba lo poco convencional.Había una sola persona que sabía respecto a ello, y esa era Agus.
Notas: Serie de viñetas. ¡Agus al poder!





Había tres cosas que Agus sabía con certeza: que no era bonita, que no era femenina, que no sabía bailar.
No era sofisticada como Bill, y tampoco era sexy como Tom. Ella lo sabía y le molestaba que la gente le dijera que no era cierto, que ella era atractiva.
No era femenina, sino alguna especie extraña y amorfa de chico con tetas y no tan fuerte como le gustaría pero definitivamente más que muchas otras mujeres. Era una chica tranquila y bastante desinteresada en su aspecto físico, una chica a la que le gustaban las playeras, el delineador negro, el maquillaje suave, mezclilla, zapatos deportivos y prefería leer el periódico o escuchar música que mirar televisión; detestaba las novelas y en definitiva, las películas románticas no eran lo suyo.
Y no sabía bailar, jamás había aprendido y tampoco como si alguien la sacara a bailar cuando decidía que quería ir de fiesta. Y le importaba una mierda no saber bailar, a ella le gustaba y nada podía impedírselo cuando se había decidido a hacerlo.

Si la música estaba alta, las luces bajas y el ambiente cargado, Agus no necesitaba siquiera tomar para correr a la pista de baile y superar a todos ahí. Le importaba tanto una mierda que ni siquiera pensaba en golpear a la gente que en definitiva se estaba riendo de ella con malas intenciones. Le importaba tanto una mierda que podía pasar la noche entera haciéndolo, antes de tener que ir a casa y ponerse ebria como una cuba y seguir bailando sobre las sillas y la mesa.

No sabía bailar, definitivamente no era la clase de chica que lucía increíble en la pista y con la que todos querían bailar; pero aquello le importaba poco porque ella ni pretendía lucir increíble ni quería bailar con todos. Ella sólo quería bailar y, aunque nadie le pidiera una pieza en las fiestas, sabía perfectamente que al llegar a casa tendría alguien ahí dispuesto para verla bailar, sonriendo como idiota, riéndose de ella y siguiéndole el paso de cuando en cuando o haciendo ruidos raros y diciendo cosas obscenas en broma. Alguien que la llevaría a la cama cuando estuviera ya demasiado ebria como para siquiera moverse y que no bailaba con ella en público porque le gustaba sentarse a mirarla nada más. Mirarla hacer el ridículo, le decía, aunque ella sabía que si no la detenía era porque le gustaba.

Agus podía no ser bonita, femenina y no saber bailar, pero si había algo que conocía perfectamente era lo increíble de comenzar un día con una buena sesión de sexo. Y cualquiera de las chicas que riera de ella mientras baila podría irse directo a la mierda de saber que ella despertaba con un hombre que le curaba las resacas con sexo oral.
Porque si había algo a lo que Georg pudiera resistirse menos que a verla bailar eso era tenerla a su lado por la mañana, con cara de dormida, el cabello desordenado y oliendo a bebé borracho.

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