Categoría: slash
Género: romance
Rating: K+
Resumen: El hermano mayor que quería amarlo y abrazarlo sin dejarle ir; aquel que lo único que deseaba decir no era esa sarta de palabrería cursi que le hiciera sentir mejor. Sólo tres palabras; tan sólo “elígeme a mí”
Podía sentir húmedo
su hombro, pero no dijo nada. Se limitaba a escuchar cómo lloraba y tratar de
ser un soporte.
Siempre se
limitaba a mirar y escuchar.
Siempre se
limitaba.
Acarició una vez
más su cabello, de adelante a atrás, tragándose las palabras que, cada vez que
aquello pasaba luchaban con más y más fuerza, golpeando contra lo que detenía.
Se mordía la lengua y apretaba los ojos; el nudo en su garganta se hacía pesado
y tragó grueso, respirando hondo para darse fuerzas.
“Quédate conmigo
¡Elígeme a mí!”
El que quería
llorar era él pero, por muy sensible que el otro supiera que era, no le iba a
encontrar ningún sentido a sus lágrimas.
–No vale llorar
por alguien como ella, Bill.
–¡Pero yo la
quería! Yo de verdad la quería…
Se había
acostumbrado ya a esas palabras; las decía cada vez , y sabía que cada vez eran
sinceras. Eso era lo que más le dolía.
Porque hubiese
preferido que lo golpeara con todas sus fuerzas antes que seguir escuchando
aquello cada vez.
Cada vez haciendo
la grieta más ancha, calando más profundo. Cavando en su dolor.
–Bill, mírame
–sostuvo aquel rostro lloroso entre sus manos, llenando su propio corazón de
ternura; el amargo desaparecía hasta que las palabras tenían que regresar –. El
querer, y el amar, son cosas que se hacen de dos. Una persona que te quiere, no
te lastima. Una persona que te quiere, no te hace llorar.
Las lágrimas se
detuvieron, pero aquellas bellas facciones seguían siendo víctimas de la
aflicción.
–Es verdad…
Tienes razón.
–Siempre la
tengo, por eso soy el mayor –“el hermano mayor”. El hermano mayor que quería
amarlo y abrazarlo sin dejarle ir; aquel que lo único que deseaba decir no era
esa sarta de palabrería cursi que le hiciera sentir mejor. Sólo tres palabras;
tan sólo “elígeme a mí” –. Cuando sientas que quieres llorar por alguna de
ellas, recuerda que no valen la pena. Ninguna es lo suficientemente buena para
ti como para que, además te haga llorar ¡Nadie mas que yo tiene ese privilegio!
Le veía sonreír
de nuevo, con el rostro rojo y magullado de tanto llorar.
–Pero tú nunca me
haces llorar, Tom; sólo enojar.
–Precisamente. Es
porque yo sí te quiero. La única persona que pueda tener el privilegio de
hacerte llorar, es la única que no cometerá semejante estupidez. –por eso deberías elegirme a mí…
–Debería
enamorarme de ti entonces.
–Deberías, no sé
ni siquiera porqué lo dudas. No encontrarás a nadie como yo, te lo puedo
asegurar.
–¡Jamás
encontraría a alguien como tú! Eso ya lo sé, pero no te da derecho a ser tan ególatramente
descarado.
–Puedo ser lo que
quiera porque soy yo –no entendía, ¿para qué lloraba por alguien mas, si con
verlo y escucharlo a él le bastaba para reír de aquella manera. Él era el
hermano mayor, debía cuidarlo y protegerlo mientras aprendía con los golpes de
la vida.
Pero ya no quería
más verle golpeado hasta caer.
–Eres el colmo
–se puso en pie, lentamente –. Pero sabes, aún con lo ególatra que eres, creo
que tienes razón –se inclinó sobre el rostro de Tom y dejó caer suavemente sus
labios, en un contacto demasiado familiar, completamente reconfortante y cálido
–. Debería enamorarme de ti –se incorporó de nuevo antes de darle la espalda
para marcharse –. Seguramente lo haga… al final, eres tú el único que siempre
estará ahí; no valdría la pena enamorarme de alguien mas.
–… Entonces
elígeme a mí.
–Buenas noches,
Tom.
No hay comentarios:
Publicar un comentario