domingo, 10 de junio de 2012

Elígeme a mí {Tokio Hotel}

Pairing: Bill/Tom
Categoría: slash
Género: romance
Rating: K+ 
Resumen: El hermano mayor que quería amarlo y abrazarlo sin dejarle ir; aquel que lo único que deseaba decir no era esa sarta de palabrería cursi que le hiciera sentir mejor. Sólo tres palabras; tan sólo “elígeme a mí”






Podía sentir húmedo su hombro, pero no dijo nada. Se limitaba a escuchar cómo lloraba y tratar de ser un soporte.
Siempre se limitaba a mirar y escuchar.

Siempre se limitaba.
                         
Acarició una vez más su cabello, de adelante a atrás, tragándose las palabras que, cada vez que aquello pasaba luchaban con más y más fuerza, golpeando contra lo que detenía. Se mordía la lengua y apretaba los ojos; el nudo en su garganta se hacía pesado y tragó grueso, respirando hondo para darse fuerzas.

“Quédate conmigo ¡Elígeme a mí!”

El que quería llorar era él pero, por muy sensible que el otro supiera que era, no le iba a encontrar ningún sentido a sus lágrimas.

–No vale llorar por alguien como ella, Bill.

–¡Pero yo la quería! Yo de verdad la quería…

Se había acostumbrado ya a esas palabras; las decía cada vez , y sabía que cada vez eran sinceras. Eso era lo que más le dolía.
Porque hubiese preferido que lo golpeara con todas sus fuerzas antes que seguir escuchando aquello cada vez.
Cada vez haciendo la grieta más ancha, calando más profundo. Cavando en su dolor.

–Bill, mírame –sostuvo aquel rostro lloroso entre sus manos, llenando su propio corazón de ternura; el amargo desaparecía hasta que las palabras tenían que regresar –. El querer, y el amar, son cosas que se hacen de dos. Una persona que te quiere, no te lastima. Una persona que te quiere, no te hace llorar.

Las lágrimas se detuvieron, pero aquellas bellas facciones seguían siendo víctimas de la aflicción.

–Es verdad… Tienes razón.

–Siempre la tengo, por eso soy el mayor –“el hermano mayor”. El hermano mayor que quería amarlo y abrazarlo sin dejarle ir; aquel que lo único que deseaba decir no era esa sarta de palabrería cursi que le hiciera sentir mejor. Sólo tres palabras; tan sólo “elígeme a mí” –. Cuando sientas que quieres llorar por alguna de ellas, recuerda que no valen la pena. Ninguna es lo suficientemente buena para ti como para que, además te haga llorar ¡Nadie mas que yo tiene ese privilegio!

Le veía sonreír de nuevo, con el rostro rojo y magullado de tanto llorar.

–Pero tú nunca me haces llorar, Tom; sólo enojar.

–Precisamente. Es porque yo sí te quiero. La única persona que pueda tener el privilegio de hacerte llorar, es la única que no cometerá semejante estupidez.  –por eso deberías elegirme a mí…

–Debería enamorarme de ti entonces.

–Deberías, no sé ni siquiera porqué lo dudas. No encontrarás a nadie como yo, te lo puedo asegurar.

–¡Jamás encontraría a alguien como tú! Eso ya lo sé, pero no te da derecho a ser tan ególatramente descarado.

–Puedo ser lo que quiera porque soy yo –no entendía, ¿para qué lloraba por alguien mas, si con verlo y escucharlo a él le bastaba para reír de aquella manera. Él era el hermano mayor, debía cuidarlo y protegerlo mientras aprendía con los golpes de la vida.
Pero ya no quería más verle golpeado hasta caer.

–Eres el colmo –se puso en pie, lentamente –. Pero sabes, aún con lo ególatra que eres, creo que tienes razón –se inclinó sobre el rostro de Tom y dejó caer suavemente sus labios, en un contacto demasiado familiar, completamente reconfortante y cálido –. Debería enamorarme de ti –se incorporó de nuevo antes de darle la espalda para marcharse –. Seguramente lo haga… al final, eres tú el único que siempre estará ahí; no valdría la pena enamorarme de alguien mas.

–… Entonces elígeme a mí.

–Buenas noches, Tom.

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