Categoría: slash
Género: drama
Rating: T
Advertencias: crack!pairing, underage
Resumen: Jörg era un hombre extraño. El extraño padre de sus mejores amigos. El extraño hombre que lo miraba con una sonrisa que no señalaba buenos presagios.
Bill y Tom no se
parecían a su mamá, eran idénticos a su padre.
Había pocas
personas fuera de la familia de los gemelos que habían tenido el honor (o la
desgracia) de conocer a Jörg, su padre biológico, el hombre que había puesto la
genética y dejado de lado la crianza.
Georg era uno de
esos “afortunados”.
Un viernes en que
Gustav enfermó y no pudo asistir a la práctica, Georg se quedó la tarde entera
con los gemelos, haciendo charlas largas sin sentido y riendo por cualquier
estupidez; Bill y Tom le habían parecido interesantes desde la primera vez que
los vio, arriba del escenario, dando un concierto insignificante con sólo voz y
teclado frente a un montón de personas que realmente no los escuchaban. Supo que
eran “especiales”. Pero fue hasta que conoció a Jörg que entendió un poco de lo
que los hacía especiales.
Jörg era un
hombre al que el apelativo “peculiar” le quedaba bastante corto. Aquel viernes
fue a recoger a sus “hijos” cuando no habían siquiera dado las cinco; irían a
dar una vuelta al lago y después a comer hamburguesas y ambos gemelos
insistieron en llevar a Georg con ellos. No miró al hombre a los ojos ni
siquiera cuando accedió, o cuando le abrió la puerta del auto para que subiera antes
que Bill y Tom; Georg sólo lo analizaba de reojo, como una cosa extraña e
intrigante a la que no puedes dejar de mirar. Jörg era alto, alto como no había
visto a ningún hombre en persona antes y sus facciones eran tan finas,
sofisticadas y bien definidas que parecía que parecía casi irreal.
Bill y Tom no se
parecían en nada a su mamá, y Jörg era toda la mala influencia que Simone solía
decir cuando era imposible que, por rabia, no se le escapara de los labios.
Bill y Tom comenzaron
con una discusión que desembocó en una carrera de orilla a orilla, Georg estaba
de pie junto aquel hombre al que no le había dirigido más de tres palabras
cuando los gemelos arrancaron. Le miró de reojo una vez más y, sin quererlo sus
ojos conectaron en un gesto que el mayor obviamente había buscado. Y le sonrió.
Le sonrió de una
forma que le supo falsa, contenida e incluso un poco perversa y se quedó
paralizado un segundo, tiempo suficiente para que el hombre colocara la palma
sobre sus cabellos castaños, en una caricia suave, se acercara a él hasta rozar
la nariz en su oreja y aspirar despacio. Georg se estremeció, un escalofrío
desagradable recorriendo todo su cuerpo cuando Jörg se alejó sin decir nada, a
pasos lentos mientras llamaba a sus hijos en gritos calmados.
Después de aquel
día, Georg no tuvo la desgracia (o la suerte) de volver a estar cerca de Jörg.
Había días, sin
embargo, en que miraba a Bill y a Tom y no podía evitar preguntarse qué era lo
que, con los Kaulitz estaba mal.
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