domingo, 10 de junio de 2012

Georg era capaz de entender {Tokio Hotel}

Categoría: general 
Género: family
Rating: K
Advertencias: basado en-
Resumen: No por nada era su mejor amigo.
Notas: Para poder entender este one-shoot es necesario haber leído y/o visto "La Floresita", el comic de Shiory9




Aún no entendía el porqué, pero lo cierto era que se había mantenido al lado de Tom, incluso en los peores momentos.
Cierto que los postres fueran el mejor de los incentivos. Pero no fue por postres que le dijo a Gustav que alejara sus prejuicios de su amigo.

Georg conocía a Tom desde no recordaba cuándo. Estuvo ahí cuando Tom aprendió a cocinar, y se quedó ahí para siempre apenas y probó la primera galleta que salió del horno.
Pero Georg también estaba ahí incluso antes de que Tom supiera siquiera cómo prender la estufa.

Lo cierto era que su amigo solía aparentar lo que en realidad no era; y no porque quisiera, ya que no era de la clase de personas que se da cuenta de lo que sucede alrededor.
Tom era un chico despistado. Despistado y el niño más emocionalmente sensible que él había conocido en toda su vida.

Georg también sabía que había alguien con quien no podía competir. Ese era Bill.
Aunque no le gustara admitirlo, algunas veces se sintió distanciado por aquel, el hermano de su mejor amigo, que ni siquiera tenía una forma física cercana. Ahora, con la madurez y la costumbre que los años junto a Tom le habían traído, Georg se había acostumbrado a aquel desplazamiento.
Aquel desplazamiento que no era tal, puesto que la relación no era ni mínimamente similar. Sí, sabía que el menor lo dejaría de lado en cualquier momento, simplemente porque Bill le hablaría por teléfono. Pero también sabía que Tom estaría ahí si es que se encontraba en algún problema; que era la clase de amigo que está dispuesto a dar golpes por ti (aun a sabiendas de que lo más probable sea perder), y, aun mejor, la clase de amigo que te invitará a su casa a comer pastel después de una dolorosa golpiza o un examen fallado.
Georg también sabía que no pudo haber encontrado un amigo más extraño. Tampoco uno mejor.

Jamás había cuestionado a Tom sobre sus preferencias, porque jamás lo había considerado relevante; no eran temas que ellos trataran en sus conversaciones. Conversaciones que cualquiera podría considerar estúpidas y triviales, pero que no lo eran. Porque los lazos de forman poco a poco y de porciones pequeñas, que juntas se vuelven incluso más sólidas que las piezas grandes. Como una tridilosa. Pieza por pieza, Georg podía percibir lo que hacía diferente a Tom.
Y enamorarse de su hermano, no era una de esas cosas que lo hacían diferente. Porque las diferencias que Georg veía, eran aquellas que le hacían especial.

Como un enorme canasto de muffins, o los pretzels que le acababa de dar.



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