Categoría: slash
Género: humor
Rating: M
Resumen: Era tan distante,tan enorme la diferencia de uno al otro. Polos totalmente opuestos.
Notas: Primer fic slash, primero de J-rock, y dedicado a Paito, por traer a Miyavi a mi vida.
Había
sido el comienzo de todo en aquel concierto…
Jamás
hubiera imaginado que, llevarlos a todos aquellos que “se encontraban de moda”
a un solo evento, fuese tan entretenido. Cientos y cientos de fans clamaban por
ellos. Cada una más loca que la otra. Era el pan de cada día… soportar a las
multitudes.
No
hacía mucho que lo había conocido. Después de todo, pese a ser llamativo, era muy, muy,
exageradamente muy reservado. No sonreía, no cantaba, ni siquiera se dignaba a
hablar.
Se
rumoraba que nadie jamás había escuchado su voz.
Él
siempre había sido una persona curiosa.
Le
tocaba cantar justo después de que aquellos sujetos hicieran su actuación.
“¡Mana-sama!
¡Mana-sama!” Se escuchaban las voces de las chicas que clamaban por él aun sin
siquiera tener que cantar. Se limitaba a lucir bien. Aunque, francamente,
parecía una linda niña…. Nada mejor que eso para las fans…
La
juventud es cada día mas extraña. Pero no había nadie que conociera mejor que
ellos la manera de satisfacer a esa juventud. Un poco de visual por aquí, otro
tanto por allá; uno que otro beso, una que otra escena “obscena”. Era sencillo…
El pan de cada día, después de todo.
Fue
cuando él estaba por subir al escenario que, aquel al que clamaban como
“Mana-sama”, le dirigió una mirada extraña.
Su
poder para transmitir emociones tan sólo utilizando las miradas, era lo que la
gente mas le clamaba.
Él,
por el contrario, hacía uso de todo lo que tenia a su alcance: su voz, sus
manos, su cuerpo, sus palabras, su mirada, sus hechos… sobre todo sus hechos,
para transmitir lo que sentía.
Era
tan distante… tan enorme la diferencia de uno al otro.
Polos
totalmente opuestos…
Fue
quizá esa la razón de haber acabado así… Nunca lo sabría a fin de cuentas. Y
tampoco le interesaba saberlo; se lo había pasado genial, eso era todo lo que
necesitaba.
Además,
se notaba que al tal mana-sama tampoco le había importado demasiado. Pese a
haberle dejado escuchar su voz… que idiota, no gustarle su voz…
Pese
a haberlo dejado ver como el hombre que era.
Había
sido un evento grandioso. Tremendamente grande, en apoyo para…ya no recordaba
que cosa.
La
gente se quedó a acampar, los artistas cantaron toda la noche y permanecieron
ahí hasta pasada la madrugada.
Se
había fugado de su camioneta mientras nadie lo miraba. Era la costumbre, a
nadie le extrañaría que anduviera perdido un par de minutos…horas… que mas
daba. Después de todo, no tenían todos el tiempo de estarlo vigilando solamente
a él.
El
espacio era al aire libre, tremendamente grande y con bastantes árboles. Con camionetas regadas por todas partes,
llenas de artistas; sólo lo suficientemente alejadas para no ser atacadas por
las admiradoras.
Caminó
durante un rato, ocultándose de una que otra persona que pudiera verlo;
intentando pasar desapercibido. Y de repente, chocó con una chica. Le sonrió
desvergonzadamente, la soltó y se echó a correr.
Ni
cinco minutos después, toda una multitud le seguía los pasos.
Corrió
entre una arboleda, e ingresó en la primera puerta abierta que se le puso
enfrente, cerrándola tras suyo.
Era
cosa del destino. Un juego irónico y bastante entretenido.
Ahí
estaba él.
Aquellas
pequeñas casas rodantes que los llevaban de un lado a otro, eran bastante
prácticas. Contaban con cocina, dormitorio,
baño, incluida la regadera. De la que Mana acababa de hacer uso.
Se
rió, y lo saludó enérgicamente.
Con
una toalla amarrada a la cintura y otra alrededor del cuello, mientras se
secaba el cabello, Mana lo miraba sin entender. Su cara inexpresiva… no era muy
difícil de leer.
La
manera extraña en que lo miraba; era obvio que no estaba acostumbrado a
semejante muestra de espontaneidad hacía su parte, y él llegaba, sonreía y se
sentaba en su sillón, prácticamente, pidiéndole algo para beber, quejándose de
lo mucho que había tenido que correr.
Descaradamente
se había desabrochado la camisa y se había quitado los zapatos. Había cogido
una paleta que se encontró sobre la mesa, y hablaba atropelladamente sobre
cosas que, para Mana, no tenían sentido alguno.
Miyavi
siempre había sido así de extraño.
Desde
la primera vez que lo vio arriba de un escenario. Todas aquellas ocasiones en que había oído
hablar de su persona.
Tan
activo, tan espontáneo, tan simplón. Como un niño pequeño, con
responsabilidades y un sin fin de emociones dispuestas a explotar según su
estado de animo.
Era
tan gráfico… tan transparente… parecía tan vulnerable…. Era tan molesto después
de escucharlo por “tanto” tiempo.
Lo
tomó del brazo, evitando que se llevara la paleta ala boca, se le colocó
encima, y le cerró la boca de una vez con un beso.
-Calla
por unos minutos al menos…- Pero, después de mirarlo por unos segundo un poco
sorprendido, se puso a reír a voz de grito.
-Sabía
que no podías estar callado toda la vida.- Se levantó tan sólo un poco del
sillón para alcanzar su boca de nuevo, colando su lengua con avidez y una
increíble suavidad.
Mana
siempre parecía una pequeña y linda muñeca… Pero Miyavi sabía, le bastaba
mirarlo para saber, que no lo era en absoluto.
Comenzó
a sacarle la camisa, le desabrochó el pantalón mientras seguía devorándole la
boca, deslizándose a su cuello, en tanto que lo escuchaba soltar pequeñas
risitas. Era más que excelente besando…
Pero todo su cuerpo era tentación. Quería probar cada rincón de aquello que le
parecía tan extravagante.
El
negro le venía estupendo. Sencillamente, ese era su color.
Aunque
sus uñas, mas largas de lo usual en un hombre, en algún momento le causaran un
poco de molestia, se paseaban despacio por su espalda, se colaban por su pantalón,
acariciándolo con la misma gracia con la que se paraba al escenario a bailar.
Moviéndose despacio, despacio, con suavidad, casi arrastrando el cuerpo en un
compás. Se pegaba a él, aun sentado en el sillón. Se restregaba con una
paciencia increíble; como si tuvieran toda la vida para hacer aquello.
Podía
sentir los pequeños espasmos de placer bajo su cuerpo… le gustaba. Su aroma, su
tacto, su espontaneidad, su alegre e irritante forma de reírse. Aquella
seductora sonrisa cuando sostenía la guitarra, su manera de posar para las
fotografías…
La
forma en que se removía, como jadeaba, como se colgaba de él para sacarle la
toalla que era lo único que llevaba puesto. Su forma de acariciarle el cabello.
Le
gustaba hacer las cosas despacio, pese a que sabía que no tenían todo el tiempo
del mundo y que, en cualquier momento
llegaría alguien más. No es mucho el tiempo que tiene un artista para estar
solo en un evento de semejante magnitud.
Se
había puesto duro en movimientos lentos. Despacio, despacio se fue lubricando;
riendo mientras se olvidaba de todo lo demás que debía hacer. Le gustaba vivir
el “aquí y ahora”.
Le
gustaba colgarse de su cuello mientras lo lamía; y sostenerse de su cadera
mientras le bajaba el pantalón para golpear con su entrada.
Sería
sádico decirlo, pero siempre le había gustado aquel dolor.
Le
encantaba su forma de gemir mientras se introducía en él. Sus pequeños gritos
de dolor mientras se sujetaba a su espalda, enterrándole las uñas y un poco de
sus anillos.
A
fin de cuentas, aquellas uñas si que se sentían bien mientras su mano sujetaba
su miembro.
Se
sentía tremendamente bien cuando entraba y salía sin piedad.
Cualquiera
que hubiera dicho que su rostro jamás mostraba sentimiento alguno, estaba
totalmente equivocado.
Ver
a alguien romperse de placer era lo más satisfactorio que existía. Sobre todo
si era alguien como Mana…
Cerraba
los ojos mientras le mostraba las
diferentes facetas de su rostro.
Se
abalanzaba sobre él, una y otra vez, en una posición nada cómoda. Pero el dolor
era un gran afrodisíaco. Y sentir los
nudos en su estomago, y los músculos de sus piernas al borde de retorcerse, tan
sólo hacía que el placer aumentara y sintiera la necesidad de ir mas y mas
rápido.
Aunque
no pudo ver su cara cuando terminó.
Salió
sutilmente de él, mientras intentaba regularizar la respiración.
Se
quedó de rodillas recargado unos minutos en el sillón, mientras lo miraba con
la cabeza aun echada hacía atrás, respirando con dificultad, pero sonriendo.
Aquella
sonrisa que le perturbaba la seriedad.
Se
puso de pie, y lo miró mientras se acomodaba, poniendo las rodillas juntas.
Comenzó a reírse, causa del efecto post-orgásmico.
La
actitud de Mana le causaba mucha gracia.
No
intentó detenerlo cuando se levantó por completo y dio escape hacía su
habitación, colocándose la toalla de nuevo alrededor de la cintura.
-Será
mejor que te marches…antes que venga alguien…-
-Ya
me iba.- Se paró, se colocó el pantalón, se acomodó la camisa y se dirigió a la
puerta. Al llegar ahí, se detuvo un momento. –Fue divertido, espero verte de
nuevo en otra ocasión…-
Abrió
la puerta y salió de ahí sin decir más.
Por
eso le gustaba aquella clase de eventos.
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