domingo, 10 de junio de 2012

Gris (en escalas y formas). {Tokio Hotel}

Pairing: Gustav/Bill
Categoría: slash
Género: drama, humor
Rating: M
Advertencias: violencia leve 
Resumen: En la puerta de un bar al más puro estilo de la armada norteamericana, Gustav se preguntó seriamente porqué maldito demonio del inframundo había accedido a salir con él
Notas: Este fue escrito para el reto de Tokio Hotel a través de los colores, del grupo de autores.





Bill no se arregló el cabello hacia atrás ese día, lo levantó un poco, con caída al frente y se puso un sombrero pequeño y café. Camiseta blanca, botines sin tacón y un pantalón ajustado; un chaleco gris y agujetas del mismo color hacían juego con el esmalte plateado y las sombras opacas que poco se le notaban.
Combinaban también con el cielo que se había empeñado en mantenerse nublado. Un día gris en el que no caía lluvia. Tan gris que Gustav sonrió al verlo en la puerta de su casa, alternando los pies y sonriendo nervioso.

– Te dejaron abajo – no era una pregunta, era una afirmación burlona ante la cual Bill apretó los labios con fastidio.

– No sé a dónde se fue el idiota de Tom, y Georg se regresó a Alemania a pasar tiempo con su mamá antes de volver al trabajo.

– Debí quedarme yo también con la mía.

– No fastidies yo sé que me amas, así que arréglate y ven.

Gustav chasqueó la lengua pero entró por su chaqueta, cogió las llaves de su casa provisional y salió. “Como en los viejos tiempos”, aunque no era como en los viejos tiempos, la barba rubia y el cabello gris de Bill le hacían difícil rememorar cuando andaba de aquí para allá con el cabello largo y negro, engañando a todos sobre su género, burlándose y abusando de ello.

En la puerta de un bar al más puro estilo de la armada norteamericana, Gustav se preguntó seriamente porqué maldito demonio del inframundo había accedido a salir con él; Bill sólo sonrió, le pasó el brazo sobre los hombros y lo empujó a entrar a aquel lugar, donde no había mas que cerveza de cualquier lugar del mundo que él pudiera imaginar, botanas adobadas y ensaladas. Era un bar disfrazado de intento de restaurante.

En una mesa para dos, al fondo y justo al lado de los baños fue donde se sentaron, rodeados de una mezcla uniforme de verde militar y gris metálico. Era oscuro, de luces tenues pero no sombrío, adornado con publicidad de la armada, todo en un aire retro, donde una mesera tan desinteresada que ni siquiera los miró les llevó la carta y tomó su orden con la misma rapidez con que Bill se la dijo: dos cubetas de cerveza alemana, una ensalada mediana sin pollo y doble ración de crotones y una orden de alitas  barbecue. Estaba deprimido; lo supo porque pidió la ensalada sin carne. Bill comía pollo y pescado ocasionalmente, Tom era el único que jamás lo hacía.
Probablemente pelearon, eso fue lo que Gustav pensó en silencio antes de destapar el primer par de cervezas.

Con los años y las fiestas, Gustav había aprendido un par de cosas sobre Bill: que no era un chico que se embriagaba con facilidad, salvo que así lo quisiera él mismo; y que no era un ebrio escandaloso, sino la clase de ebrio que se sentaba al fondo, con su bebida en mano, el ceño fruncido y pensamientos que oscilaban entre molestias y deseos bajos.

No habían conversado mucho, Bill se había limitado a sonreír suavemente y comer su ensalada, y él a llenar sus alitas con aderezo y desaparecerlas en dos mordidas.
Bill estaba deprimido, y molesto, tomando cerveza tras cerveza y ordenando otras dos cubetas, no dio oportunidad a Gustav de consumir siquiera la mitad de alcohol de lo que había consumido él. Se contaron pormenores antes de que, ya ebrio, comenzara a balbucear sin sentido y tuviera una expresión agresiva, maldiciendo cada tres palabras e intercalando el inglés con el alemán.
Afuera seguía nublado, de un gris oscuro intenso, y adentro el gris metálico de las paredes y mesas se había vuelto opaco por la escasez de luz.

– Voy al baño – dijo Bill de pronto antes de ponerse de pie y sonreír con malicia, aún con el ceño fruncido y una expresión de molestia, trastabillando en el camino con sus propios pies. Probablemente ya ni siquiera recordaba con quién estaba.

Pasaron siete minutos antes de que Gustav se pusiera de pie con parsimonia y fuera tras él.
El baño era pequeño, muy compreso pero perfectamente distribuido en tres cabinas, dos urinales y un lavabo; todo era gris ahí, las puertas de aluminio que crujían en sonidos secos y pesados, el lavamanos de metal y los urinales de acero. Kaulitz estaba en el cubículo del fondo; lo sabía no porque hiciera algún ruido, sino porque los Kaulitz siempre usaban el cubículo del fondo. Sin tomar en cuenta lo poco higiénico que las tonalidades hacían ver a aquel higiénico baño militar, fue hacía allá, tocando ligeramente aunque de nada le sirvió, con el metal volviendo los sonidos más intensos.

Cuando la puerta se abrió sin vacilaciones, Bill estaba ahí de pie con la mirada perdida, un párpado más cerrado que el otro, una expresión idiota; eructó y sonrió, Gustav se burló en palabras que no le llegaron antes de ser jalado por el cuello de la playera y besado con torpeza en un amargo e intenso sabor a cerveza caliente. El rubio cerró la puerta tras de sí; en el pequeño cubículo, el inodoro se sostenía con dos barras laterales, hacía un aire sofocante y los anteojos se le habían empañado, manchas grises en todo el vidrio que le opacaban la realidad.

Gustav desabrochó pantalones sin mediar palabra mientras Bill gimoteaba con voz ronca, esa voz de hombre que sólo utilizaba al cantar en los conciertos y que no dejaba escuchar más salvo cuando estaba teniendo sexo. Con expresión mortalmente seria que rayaba la desesperación, el rubio le hizo darse la vuelta, dejando al descubierto únicamente lo necesario, aquel respingado trasero al aire, el sombrero en el suelo junto al bote de basura. Inclinado sobre la taza, sosteniéndose con fuerza a las barras laterales, Bill estaba tan ebrio y perdido que separó las piernas y contrajo la expresión con un jadeo profundo cuando dos dedos entraron en él sin ningún tipo de delicadeza.
No era la primera vez que lo hacía, tener sexo con Gustav después de ponerse ebrio estando deprimido en un ambiente gris pastel. Suave, esponjoso pero seco; Bill comenzó a marearse cuando el rubio introdujo otro dedo y giró un par de veces; el baño se movía frente a él así que se aferró con más fuerza, tanta que los dedos se le entumieron y resbalaron un poco. Ahora, más inclinado sobre la taza que antes y el miembro de Gustav entrando en estocadas cortas y secas, Bill gritó ahogado y sintió las arcadas en lo alto de su garganta, saboreando el vómito llegando a su lengua, mareado y alcoholizado como estaba, lo dejó salir cuando su atacante estuvo completamente dentro. Vomitaba mientras era embestido, los gemidos atorados en su garganta y los tenues jadeos del otro opacados por el ruido líquido de su estómago devolviéndolo todo.

Gustav le sujetó de la frente para que no se ensuciara y Bill empujó hacia atrás. Podía ser que algunas cosas ya no fuera iguales, que no pudiera rememorar los “viejos tiempos” en que Bill recurría a él cuando no tenía a nadie más para salir, cuando su hermano lo había abandonado y  a Georg simplemente no le importaba, lo dejaban a él para soportarlo. La barba, el cabello gris, los zapatos bajos, los brazos fuertes que estaban cerca de hacer caer el baño por la intensidad con la que aquellas manos de esmalte plateado se aferraban; pero ese era Bill, seguía siendo la misma perra que en los viejos tiempos, cuando el alcohol le hacía perder el control y no sentía el dolor o la molestia a tal grado que ni siquiera se daba cuenta de que no habían usado lubricante, que el roce era demasiado seco y aun así se empujaba contra él, pidiendo por más aunque estuviera mareado y a punto de ahogarse con su propio vómito. Le sujetó de la frente, sosteniéndose también cuando penetraba, acariciando su opaco cabello.

Cerrando los ojos llevó una mano hasta los testículos de Bill, su erección chorreando y el semen escurriéndose en la porcelana; el rubio se dejó ir.
Líquido blanco resbalaba entre las piernas del menor y su amigo lo limpiaba mientras, aferrado aún a las barras laterales terminaba de toser y vomitar.

Después de enjuagarle la boca (teniendo problemas para que no se tragara el agua del grifo) salieron de los baños, en su mesa la cuenta. Bill dio un último trago a la miseria de cerveza que quedaba en su botella, estaba quemada e hizo una mueca de desagrado, sintiendo arcadas venir de nuevo.

– Llévame a mi casa… – le dijo con la cara acongojada y el estómago revuelto todavía.

Su casa, donde Tom lo estaría esperando sentado en el sillón.
Gustav no veía la mitad de las cosas frente a él, sus lentes estaba sucios, llenos de manchas grises que le opacaban fragmentos de lo que sucedía. Al principio aquella era la sensación más molesta del mundo: no ver con claridad. Después se dio cuenta que las manchas grises le ocultaban verdades que no quería ver, así que dejó de limpiarlas.

La noche continuaba gris ahí afuera. 

2 comentarios:

  1. It's me, Mario! :D

    No, soy yo, Diana xD Así que como lo prometido es deuda aquí está mi review .w.

    Hay muchas cosas que amo de este fanfic, tantas que... que no sé por donde empezar xD

    Redactas hermoso. Una de las cosas que más me gustó fue lo del vomito, es que es...oh dios xD Le da un toque de realidad, de cruda realidad al asunto porque se trata de un hombre que en lugar de tener sexo podría estar ahogándose en su propio vomito y es bellisimo.

    Otra cosa es, evidentemente el gris owo

    El gris es un color tan incomprendido pero que yo encuentro de lo más hermoso (a demás a mi el gris me queda bien xD) Citaré una de las partes que más amo sin razón aparente xD "No era la primera vez que lo hacía, tener sexo con Gustav después de ponerse ebrio estando deprimido en un ambiente gris pastel" tal vez sea por lo bello que es el gris pastel OwO

    Y ahora, continuado con eso del gris, los tres ultimo parrafos son oro puro.

    Y explico mis razones: Como dije, el gris es un color de lo más incomprendido, pero la gente no se da cuenta de que es sólo un poco de plateado al que falta pulir (?) y creo querida que lo puliste muy bien (?) *espera que se entienda qué rayos está queriendo decir¨*

    El gris representa una combinación de blanco y negro, lo bueno y lo malo se conjuga para formar algo nuevo, todos las personas somos un tono distinto de gris. Y aquí vemos un montón de tonos de grises que, creo, representan todo lo bueno y lo malo que hay en esta "cita"

    Y me parece que esto que estoy diciendo se representa bien en los últimos tres párrafos que citaré, pero en desorden, porque me siento con ganas de analizar xD

    "Gustav no veía la mitad de las cosas frente a él, sus lentes estaba sucios, llenos de manchas grises que le opacaban fragmentos de lo que sucedía. Al principio aquella era la sensación más molesta del mundo: no ver con claridad. Después se dio cuenta que las manchas grises le ocultaban verdades que no quería ver, así que dejó de limpiarlas."

    Aquí el color gris esta representado lo bueno y lo malo que lo conforma (y digo bueno y malo porque no hallo mejores términos). Y lo representa por lo siguiente:

    "Su casa, donde Tom lo estaría esperando sentado en el sillón."

    Esa frase me deja con la idea de que, en cierta forma, Gustav no quiere que Tom esté esperando a Bill, porque si está Tom, entonces él sale de la ecuación. (Y Gustav no quiere ver eso, pero a la vez le molesta no ver con claridad qué coño está pasando entre ellos)

    Y por último:

    "La noche continuaba gris ahí afuera."

    Porque nada ha cambiando en su relación y nada va a cambiar.

    Y pues eso .w. Amo esta historia porque me gusta el color gris y porque creo representa muchas cosas, pero puede que le esté buscando cinco pies al gato o como se diga xD Perdona si mi pseudo análisis no tiene nada que ver con el fic realmente xDD

    Por último, considerando que la pareja no te gusta, esto es aún más increíble <3

    Ya, eso es todo, me voy xDD Te quiero~

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  2. La puta caña!!

    El mejor Billstav que he leído

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